Capítulo 13

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Severus Snape a veces soñaba que estaba tumbado en la cama de Harry Potter, aunque había que reconocer que nunca se lo había imaginado así. En ese momento llevaba un encantamiento de duende para disfrazarse de Harry Potter, a la espera de que cierto director mentiroso y manipulador mantuviera la ilusión de que no sabían que Harry era en realidad un Malfoy.

Severus sabía que no podría hacer magia una vez restablecidas las guardas, así que recogió todas las pertenencias de Harry y las redujo, dejando la ropa vieja y de gran tamaño, pues ya había visto los resultados de las compras de Draco. Incluso había alterado la nota de Albus para que los Dursley no sospecharan de la desaparición de Harry, no estaría de más darles más tiempo antes de que el viejo se diera cuenta de lo sucedido.

Agradeció que Hedwig lo supiera y confiara en él. La lechuza nival era buena amiga de su cuervo, Aessop, y los dos salían a menudo de caza juntos. Severus se había pasado a veces por la lechucería en sus rondas nocturnas para hablarle de Harry, así que ella estaba más que feliz de seguir sus indicaciones para encontrar a su amo. Ahora era un juego de espera.

Empezaba a oscurecer cuando sintió que la magia de las guardas frescas bañaba la casa. Se acomodó en la cama y se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de que sus habilidades de actuación fueran puestas a prueba. Dejó que su mente vagara y sintió la magia que Dumbledore estaba poniendo, nada particularmente fuerte, destinada más a controlar lo que había dentro que a impedir que entrara nada. No era de extrañar que Tom no hubiera tenido problemas para desmantelarlas. Oyó movimiento en el piso de abajo y se preocupó brevemente de que fuera a comprobar en el armario de debajo de la escalera, pero por suerte el director subió directamente, después de todo aquello podría haber sido difícil de explicar. Severus oyó el traqueteo de la cerradura, sorprendido de que Dumbledore utilizara la llave en lugar de la magia, y fingió dormir.

-Harry, Harry mi muchacho, ¿estás bien?-.

Severus abrió los ojos con un parpadeo. -Director, ¿es usted?-, agradecido por los encantos para alterar la voz.

-Sí, soy, Harry, siento haberte despertado-.

Dumbldore se acercó y se sentó en el borde de la cama de Harry. -Sólo he venido a comprobar los pabellones. Han estado parpadeando un poco últimamente, no has notado que pase nada, ¿verdad? ¿Has visto a alguien por aquí?-.

-No señor, a nadie. He estado atrapado aquí desde el lunes por la noche-.

-Ah, bien, eso es probablemente lo mejor. Ha habido actividad de los mortífagos no muy lejos de aquí. La orden está vigilando y tratando de alejarlos sutilmente, pero por eso vine a ver cómo estabas-.

-¿No sería más seguro que estuviera en Grimmauld Place, si tiene un encantamiento fidelius?-.

-Posiblemente, mí muchacho, posiblemente, pero desgraciadamente tienes que quedarte aquí por los pabellones de sangre. Recuerda que tu madre dio su vida por ti, para protegerte. Me temo que si no te quedas con tus parientes de sangre durante al menos un mes, perderás esa protección durante el año-.

Qué tontería, pensó Severus. Tenía curiosidad por saber si el director había planeado sus mentiras o se las había inventado sobre la marcha, en cualquier caso era una gilipollez impresionante.

-Entonces podré ver a mis amigos en algún momento del verano, señor-.

-Por supuesto que sí, Harry. Ellos también te echan de menos y no han dejado de insistirme para que te traiga. No te preocupes, vendré a principios de agosto a buscarte y podrás pasar el resto del verano con ellos-.

-Gracias, señor. Director, me preguntaba si tenía comida. Los Dursley estarán fuera el resto de la semana y sólo me han dejado dos plátanos para comer-.

-Oh, querido, eso no es bueno. Me temo que sólo tengo unos caramelos de limón. ¿Quiere que le dé uno?-.

-Por favor, señor, estoy muy cansado-.

-Aquí vamos entonces, abre la boca-. El director introdujo el caramelo en la boca de Severus, con los dedos en los labios. Severus cerró los ojos como si estuviera saboreando el caramelo, pero en realidad trataba de no chuparlo, sabiendo que estaba impregnado de una suave corriente de aire calmante. La mano de Dumbledore se detuvo en su mandíbula mientras su pulgar acariciaba los labios de Severus, de Harry.

-Te pareces tanto a tu padre con los ojos cerrados. Era un muy buen amigo mío, Harry, lo echo de menos en momentos como éste-. El pulgar de Dumbledore presionó el labio inferior de Severus y sus ojos se abrieron de golpe ante la insinuación. -Y ahí está tu madre-, dijo Dumbledore, casi retrocediendo al verlo. Severus se enfureció en silencio, aunque se alegró más que nunca de estar aquí en lugar de Hadrian, y al menos ahora tenía una idea de por qué los merodeadores se salían con la suya. No confiaba en sí mismo para hablar, así que chupó el caramelo en su lugar, calculando que una pequeña calada calmante probablemente le haría bien, pero sin querer cerrar los ojos por miedo a darle ideas al director.

Dumbledore suspiró mientras se ponía en pie -Me temo que ahora debo irme, Harry, el colegio y la orden me tienen muy ocupado, no hay descanso para los malvados y todo eso-. Severus apenas se contuvo de poner los ojos en blanco ante la ironía de esa afirmación. -Te veré a principios de agosto, buenas noches Harry y cuídate-.

-Buenas noches, señor-.

Severus se quedó quieto en la cama mientras oía cómo se cerraba la cerradura de la puerta. Escupió el dulce mientras escuchaba al director devolver las llaves y salir de la casa. Había sido una velada instructiva, inquietante pero instructiva. También había ayudado a mantener la tapadera de Severus, ya que el director sería ahora la última persona que había visto a Harry Potter antes de su desaparición. Severus tuvo que sonreír por ello y sintió curiosidad por saber cómo sería la caída. Se acercó a la ventana y dejó caer los restos de caramelo en el jardín. Estaba ansioso por volver a la mansión pero sabía que debía esperar un poco por si acaso. Jugó con el brazalete que era su Traslador. Unas horas más y no tendría que volver a venir aquí. Sólo ese pensamiento le hizo sonreír.

Hadrian se removió. Se sentía débil y perezoso, pero cálido y cómodo. Reconoció ese olor, nuevo pero seguro Draco. Sonrió y se acurrucó más cerca de su hermano tratando de recordar lo que había pasado. Podía recordar la pesadilla que fue ir de compras con Draco, luego la cena con Severus que había sido agradable y volver a su habitación. Había odiado tener que estar allí solo otra vez, había sido divertido pasar el rato con Draco, pero no había querido arriesgar la tapadera de Severus y al fin y al cabo solo había sido una noche. Le había despertado un ruido en el piso de abajo y alguien había irrumpido en su puerta.

-¡Voldemort!- Hadrian jadeó, tratando desesperadamente de abrir los ojos y sentarse.

-Ssh, Hadrian, ssh. Estás a salvo, papás aquí, relájate-.

-¿Lucius?-.

-Sí, Hadrian, así es, bienvenido a casa hijo-.

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