Capítulo 7

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Hadrian no pudo contener la risa al ver la cara de Draco al ver el centro comercial, sobre todo cuando se dio cuenta de que era uno de los muchos que había en toda Inglaterra. Hadrian tuvo que recordarle que había muchos más muggles que magos, lo que pareció apaciguar un poco a su hermano. Desgraciadamente sólo duró hasta que entró.

-¡Oh dioses Hadrian, cómo soportas el Callejón Diagon cuando tienes esto!-.

-No es que tenga mucha oportunidad de disfrutarlo-.

-¡Pero aun así! ¿Cómo es que los magos sólo tienen 20 tiendas cuando los muggles tienen cientos?-.

-No exageres Draco, hay como 70 u 80 como máximo-.

-Deja de hacerte el tímido Hadrian que ya te veo sonriendo. ¿Qué es esa tienda de allí que sólo vende pasteles? K-r-i...-

-Se pronuncia crema crujiente y se llaman donuts-.

-No importa, tienen una pinta increíble, vamos a por unos-.

-Draco, acabamos de desayunar y se supone que tenemos que comprarme ropa-.

-Ropa, sí, y productos para el cabello. No te quejes que ahora tenemos una imagen que mantener. Tampoco pongas los ojos en blanco, compras ahora, donuts después-.

-Bien, sólo recuérdame que te mantenga alejado de Starbucks-.

-¿Qué es eso?-.

-Nada Draco, ahora vamos, de compras-.

Hadrian se preguntó si alguna vez en su vida se había arrepentido más de una frase; sin embargo, aprendió muchas cosas gracias a ella. Aprendió que con un buen par de jeans su trasero se veía muy bien aunque los pantalones de cuero se veían aún mejor. Draco le sugirió que probara el look de chico malo y Hadrian le sugirió que había leído demasiadas revistas de Petunia.

Por supuesto, al final habían dado con un Starbucks.

-¿Y qué venden allí?-.

-Agua para el baño-.

-¿En serio? Por 5 libras, es casi un galeón. No sé que los muggles no son los más inteligentes, pero no pueden ser tan estúpidos-.

-Bueno, tal vez te sorprendas-.

Draco, por desgracia, no lo había comprado y había hecho señas a un desconocido que pasaba por allí para preguntarle. La pobre persona informó a Draco de que vendían café y pasteles, no agua de retrete de verdad, aunque algunas personas cuestionaban la calidad.

-Entonces vamos a probar un café muggle. Tengo curiosidad por saber qué significan los diferentes nombres-.

-Pero, Draco, mira, esa tienda vende zapatos-.

-Toda una tienda dedicada a la venta de zapatos, eso es increíble, vamos-, comenzó a girar Hadrian, -justo después de tomar mi café-.

Draco finalmente decidió probar un frappuccino, café helado que sabía, pero quería pedir uno de cada jarabe de sabor para encontrar su favorito. Hadrian consiguió persuadirle de que no lo hiciera señalando que si bebía tanto café perdería un tiempo precioso de compras para ir al baño. En retrospectiva podría haber sido una opción preferible.

Hadrian aprendió que los Malfoys no comparten, especialmente cuando no son del mismo tamaño, aunque sólo haya una pulgada de diferencia, lo que les llevaba con frecuencia a comprar dos de casi todo.
Por lo visto, Hadrian era muy corto de miras si sólo sacaba el dinero suficiente para unos cuantos trajes para él y no consideraba la posibilidad de que tuvieran que comprar todo el centro comercial, dos veces, lo que le llevó a saber que los elfos domésticos pueden recuperar el dinero de Gringotts si tienen una carta con la firma mágica del titular de la cuenta y que los aseos para discapacitados son un lugar conveniente para realizar tales transacciones. Eso no quiere decir que Hadrian y Draco no recibieran algunas miradas divertidas cuando salían juntos de dicho retrete pero, como señaló Draco, -¿por qué debería importarme lo que piensen unos estúpidos muggles a los que nunca voy a volver a ver y, para el caso, por qué deberías hacerlo tú?-.

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