Capítulo 20

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Después de cinco años de salir con Harry Potter, se podría pensar que Hermione Granger estaría acostumbrada a meterse en situaciones desconocidas y potencialmente peligrosas, pero todavía sentía los dedos fríos del miedo subiendo por su espina dorsal mientras estaba sentada con Fred y George en la parte trasera de su tienda, esperando a que las tres en punto se activara un Traslador que, con suerte, les llevaría a Harry Potter. Esperando es la palabra clave, ya que no tenían ni idea de adónde iban ni de quién iba a estar al otro lado. Los gemelos le habían asegurado que era Hedwig quien había entregado las cartas y eso la tranquilizaba, ya que Hedwig era conocida por ser extremadamente protectora y apenas dejaba que ella o Ron la acariciaran. Si Hedwig había estado de buen humor cuando entregó las cartas, era una señal segura de que estaba a salvo.

Lo que sí preocupaba a Hermione era que la orden había parecido un poco nerviosa antes de que ella saliera de Grimmauld Place. No sabía qué estaba pasando exactamente, como de costumbre se le había negado el acceso a las reuniones a pesar de haber obtenido los mejores resultados de O.W.L. de cualquier bruja o mago durante un siglo, todavía se la consideraba demasiado joven. Incluso después de haber demostrado lo capaz que era de defenderse en el ministerio. Suspiró, con los dedos crispados sobre el Traslador. Los gemelos parecían estar pensando lo mismo que ella cuando el segundero del reloj marcó la hora y ella sintió el familiar tirón detrás de su ombligo cuando el Traslador se activó.

Fuera lo que fuera lo que Hermione esperaba no había sido aterrizar en medio de una casa de verano en unos hermosos jardines con Harry Potter sentado ansiosamente frente a un opulento servicio de té.

-¡Harry!-, exclamó, corriendo hacia él y dándole un abrazo en cuanto se hubo recuperado, -estaba tan preocupada que me alegro de que estés bien-.

Lo soltó y lo miró detenidamente para asegurarse de que estaba bien. En todo caso, su aspecto era mejor que el habitual, como el que tenía a mitad de año cuando ella había vigilado de cerca su alimentación, en lugar de como la mayoría de los septiembres, medio muerto de hambre. Una vez que se cercioró de que estaba definitivamente bien, su preocupación disminuyó y la ira se apoderó de él.

-¿Cómo pudiste hacer algo tan estúpido, tan egoísta, tan peligroso, como huir por tu cuenta cuando hay mortífagos sueltos? ¿Tienes idea de lo preocupados que estábamos, de que fueras y te mataras o algo así?-.

-Lo siento Hermione, no era mi intención preocuparte pero no tenía muchas opciones. Han pasado muchas cosas estas últimas semanas pero voy a tener que hacerte un juramento de mago antes de contarte nada. No es que no confíe en ti sino que no confío en los demás, lo entenderás después pero necesito que confíes en mí ahora-.

Los tres estuvieron de acuerdo, los gemelos realizaron el hechizo como los únicos legalmente autorizados a realizar magia. Una vez que todos juraron no revelar nada de lo que aprendieran Harry respiró profundamente como para prepararse.

-No sé si están al tanto pero el testamento de Sirius se leyó el mes pasado. Me encerraron en mi habitación en casa de los Dursley para evitar que asistiera, pero me las arreglé para colarme de todos modos. No voy a decir lo que escuché, pero basta con decir que era una sarta de tonterías, así que los duendes me hicieron realizar una prueba de herencia para demostrar quién era, pero me dijeron mucho más. No sólo soy Harry Potter, también soy Hadrian Malfoy-.

-¿Qué?-.

-¡Cómo es posible!-.

-Harry, ¿qué quieres decir?-.

Harry se quitó las gafas y el collar y pasó de ser el chico de pelo oscuro y ojos verdes a un chico de ojos azules y pelo rubio pálido que se parecía muchísimo a Draco Malfoy.

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