Capítulo 16

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Hadrian había empezado a disfrutar de su tiempo con los Malfoys. Narcissa se alegraba de contar con su ayuda en el jardín; puede que Draco tuviera muy buenos conocimientos de herbología, pero nunca se ensuciaba las manos si no era necesario. A Hadrian le gustaban las mañanas que pasaban juntos y cuando iban a ver a los campesinos arrendatarios. Por las tardes, a menudo se le podía encontrar volando por los terrenos con Draco, ya sea explorando o jugando con una snitch de práctica. Las noches las pasaba conversando con Draco y Lucius sobre política y negocios, algo que nunca pensó que disfrutaría, pero era agradable que la gente escuchara sus opiniones, aunque no estuvieran de acuerdo con él seguían escuchando lo que decía y tenían una discusión. Hadrian se dio cuenta de que a nadie le había importado su opinión, siempre había tenido que forzar su camino para ser escuchado. Eso le hacía sentirse apreciado. Así, los días pasaban volando y había perdido completamente la noción de los días hasta que una noche se despertó con un arañazo en su ventana. Era la medianoche del 31 de julio y sus amigos le habían enviado sus regalos como siempre.

Sólo que este año no había esperado despierto porque sabía que en realidad no era su cumpleaños. Dejando entrar a las lechuzas, revisó sus regalos habituales chocolate de Ron, libros de Hermione y pasteles de roca de Hagrid, e incluso algunas fotos de Remus y una planta de Neville, todo con cartas. Sabía que Ron era un gilipollas que solo le utilizaba por su fama y su dinero pero no sabía nada de los demás. Hermione le había dicho que le echaba de menos y que estaba deseando que pudiera ir a Grimmauld Place con todos ellos, diciendo que esperaba que hubiera aprendido la lección sobre el estudio con las lechuzas y que ya tuviera todos sus libros de texto para poder adelantarse en su lectura. El hecho de que ella pareciera tan entusiasmada con la idea de que estudiaran juntos y él comenzara a sentirse culpable por haber hecho ya tanto de su estudio.

El regalo de Hagrid, como siempre, era mejor para construir que para comer, pero dijo que esperaba que Harry estuviera pasando un buen verano y que estaba deseando ver a Harry al comienzo del curso. Harry nunca estuvo seguro de si Hagrid ignoraba deliberadamente lo que decía sobre la vida con los Dursley o simplemente no lo recordaba.

Remus había dicho que también echaba de menos a Sirius y que estaría encantado de hablar de las cosas, pero Dumbledore lo tenía en misiones, así que probablemente no lo vería mucho este verano. Hadrian se preguntaba cuáles eran esas misiones, ya que sabía a ciencia cierta que Voldemort no estaba tramando nada y se preguntaba si era alguna excusa para que no pasaran demasiado tiempo juntos.

La carta de Neville explicaba que la planta se llamaba dittany y que era buena para curar heridas y cicatrices y podía ayudar con los daños que había adquirido por las detenciones de Umbridge. Hadrian ya lo sabía, pues Narcissa se había empeñado en cultivar una carga para curar las cicatrices de su mano. Sin embargo, Neville estaba impresionado, ya que Hadrian nunca le había hablado de las detenciones, pero lo había descubierto de todos modos.
En definitiva, mirar los regalos le hacía sentir como un completo imbécil y, por primera vez desde que fue a Gringotts, Hadrian se preguntó si había tomado las decisiones correctas.

A Draco le sorprendió que Hadrian no hubiera bajado a desayunar cuando él se despertó; Hadrian siempre se levantaba temprano porque tenía que preparar el desayuno para los Dursley, mientras que Draco siempre se quedaba dormido insistiendo en que necesitaba su sueño reparador para mantener su buen aspecto. Cuando le informaron de que Hadrian aún no había salido de su habitación, Draco subió directamente a investigar. Encontró a su hermano dormido en medio de su cama, con un surtido de cartas y objetos a su alrededor, con huellas de lágrimas secas manchando su cara. Preocupado por lo que podría haber molestado tanto a su hermano Draco leyó las cartas y se dio una patada por haberlo olvidado. Trasladando con cuidado los regalos y las cartas al escritorio de Hadrian, se juró a sí mismo que, pasara lo que pasara, estaría ahí para su hermano pequeño, que había pasado por tanto pero tenía tanta capacidad de amar. Pidió a los elfos domésticos que le subieran el desayuno a Hadrian cuando se despertara, sabiendo que necesitaba comidas regulares para contrarrestar la desnutrición, y besó suavemente a Hadrian en la cabeza, cuidando de no despertarlo, y dejó una nota diciéndole a Hadrian que lo encontrara en la biblioteca cuando se despertara, planeando hacer lo que Hadrian quisiera ese día.

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