El camino a casa de Martin fue silencioso, lo observe de reojo un par de veces, y se veía tan pensativo, que no me atreví a interrumpirlo, él necesitaba pensar, ya en casa hablaríamos sobre lo sucedido, y trataría de animarlo un poco, aunque soy pésima con las palabras y sé que no viene al caso pero les diré un secreto, NO SIRVO NI PARA DAR EL SENTIDO PESAME, me enredo con las palabras y muchas veces no sé qué decir, así que comenzaré a pensar en que palabras debo usar con él.
Entramos a la casa de Martin, y el silencio aun reinaba entre nosotros, pero ya era hora de romperlo, además estábamos cansados, él más que todo, debía estar durmiendo, ya que venía de un turno de 24 horas en el hospital.
- Sube, yo iré en un momento - el simplemente asintió y subió las escaleras.
Camine a la cocina para prepararle un té de manzanilla, dice mi mamá que era bueno para calmar los ánimos y conciliar el sueño, tibie el agua en la estufa y busque en los cajones, la cajita con las dichosas bolsitas de té, y como me imagine, era de la marca que la empresa de la familia de Martin distribuía, le agregue un poco de miel de abeja, así era como le gustaba a él, prepare uno también para mí y subí a la habitación.
Entre y lo encontré sentado en la cama, con la mirada un poco perdida, apenas y se había desecho de sus zapatos; coloque la charola en la mesa de noche y me senté junto a él.
- Te traje un té, bébelo te hará sentir un poco mejor - tome la taza y se la extendí.
- Lo único que me haces sentir mejor eres tu- dijo recostándose en mi regazo- sabes Alisson, sé que mi madre no es un pan pan de Dios, pero esto es demasiado, ¿Cómo no me di cuenta?, debí imaginar que mi madre era capaz de cualquier cosa, por "Cuidar nuestro nivel social", aunque no entiendo por qué lo hizo, no tenía necesidad de hacerlo, me avergüenza.
- Tu no tienes la culpa de nada- coloque mi mano sobre su cabeza y lo mime suavemente- tú eres víctima al igual que todos nosotros.
- Erick dijo que tú estabas en peligro y que era por mi culpa, tiene razón- sonó un tanto histérico y trate de calmarlo.
- Yo estoy conciente de todo, y no me importa, tomo el riesgo por mi propia voluntad como lo hice cuando firme el contrato que desató todo esto, el cuál a pesar de todo no me arrepiento de haber firmado, nos amamos, y eso no va cambiar - dije con certeza.
- No quiero ponerte en peligro, no quiero que sufras más por mi culpa, ya demasiado te hice pasar para que ahora tengas que pasar por esto también.
- Yo no te pienso dejar solo, nunca te dejaré solo.
- ¿No sería mejor que te alejaras ? - dijo con voz temblorosa - ahora mismo soy un peligro para ti y tu familia.
- ¿Eso es lo que quieres? - en ese momento mi corazón se apretujo, ¿Cómo podía decirme aquello? - que botemos a la basura todo lo que hemos logrado.
- No, claro que no es lo que quiero, yo quiero una vida contigo, te lo he dicho.
- Entonces, ¿como te atreves a hacerme esa pregunta?, ¿Como te atreves a sugerí si quiera, que me aleje de ti ?- le apreté la mejilla - y dices que no me quieres hacer sufrir, sufriría más si insiste en que me aleje.
- Lo siento - se enderezó y se sentó frente a mi - solo que todo es muy confuso y no puedo evitar sentirme culpable de todo, al mismo tiempo pensar que no soy bueno para ti.
- Tu, siempre fuiste bueno para mí, he pasado por tanto en mi vida, para estar como estoy ahora, nunca en la más remota de las posibilidades, imaginé que alguien llegara a amarme de la forma en la que tú lo haz hecho, hemos vivido miles de experiencias juntos en estos casi tres años de conocernos, buenas o malas que más da y apresar de todo no nos hemos rendido, y yo no pienso hacerlo ahora, así que déjate de estupideces y ven aquí - abrí mis brazos, hoy era momento que el llorara en los míos, como yo lo hice antes en los de él.
- Tienes toda la razón, te has vuelto una mujer fuerte, Te amo - se refugio en mis brazos y sentí como su llanto comenzaba a aparecer - No te vayas nunca de mi lado.
Siempre fuimos dos personas rotas, víctimas colaterales, de una sociedad en declive, llena de avaricia y mezquindad.
Somos dos almas que intentaban coser sus pedazos.
- No pienso moverme ni una pizca de tu lado.
Me dió un beso en la frente, ¡oh dios! Cómo amaba que lo hiciera, nos rescatamos, el cansancio nos estaba matando.
Me sentía aliviada, de que Martin supiera toda la verdad, ahora era momento de luchar por nuestro amor, por una vida juntos, y está vez no me negaría, creo que hoy si realmente era momento de dicirle que si, por qué la sola idea de perderlo me angustió.
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La Gorda Del GYM
Novela JuvenilLlene de aire mis pulmones, tratando de tomar el valor que aun me faltaba-tienes que hacerlo, es por salud, por tu propio bien- me repetía - tu puedes- seguía animándome internamente. Cuando puse mi primer pie dentro del Gym, cuando por fin me atrev...