Me acerque lentamente tratado de abrazarla, después de ese beso estaba seguro que ella me deseaba tanto como yo la deseaba a ella, y aunque se, que es difícil creer en mis palabras, todo lo que le había dicho lo hice con el corazón en la mano, nunca fui tan sincero como ahora, desde el principio me porte como un idiota con ella y seguramente me arrepentiré de eso toda la vida, por tratarla de esa forma.
Pero hoy estaba cien por ciento seguro que no estaba dispuesto a perderla y que quería pasar el resto de mi vida con ella, no la pensaba dejar ir, porque estoy seguro que en sus adentros deseaba quedarse.
— Suéltame — se deshizo de mi agarre.
— No te pienso dejar ir, no esta vez — le asegure y no había ni una pizca de duda en mis palabras.
— ¿Por qué insistes tanto?, ¿acaso no fuiste tú el que te fuiste primero?— su voz temblorosa al punto del llanto me confirmaba que hacer aquellas preguntas le dolían, y no pensaba ser nuevamente la razón de su llanto — si me amas déjame ir.
— Esta bien — me rendí al fin, pero el miedo de dejarla ir y que jamas volviera seguía latente dentro de mí — solo déjame llevarte a casa.
— No es necesario pediré un taxi.
— Deja de ser tan caprichosa, y déjame llevarte a casa, no acepto un no por respuesta.
Fui a la habitación de lavandería por su ropa, era una pena que tuviera que cubrir esas hermosas curvas que si por mi fuera las seguiría contemplando toda la vida.
— ¿Lista? — grite desde la sala, ella había subido a la habitación cambiarse.
— Si — dijo bajando las escaleras, con la misma ropa de la noche anterior, nada más que ya estaba limpia — ¿Cómo es que mi ropa esta limpia?, recuerdo haberla ensuciado anoche en la fiesta.
— Y la vomitaste también — sus mejillas se tornaron ligeramente rojas, podía ver que estaba avergonzada.
— Gracias — susurro, pero la escuche perfectamente, esa parte de ella me mataba, su timidez, su inocencia, mezcladas con ese carácter fuerte tan típico de ella.
— No hagas eso — la tome por sorpresa, rodeándola por la cintura— si supieras cuento te deseo, joder, deja de tentarme— susurre cerca de su oído y su cuerpo tembló bajo mi tacto, tal como a mí me gustaba.
— Yo no he hecho nada — dijo con los ojos cerrados.
— No me rendiré — le advertí — no pienso dejar que nadie más te amé, que nadie más te toque, que nadie más ocupe tu corazón, porque es todo mío, ya me pertenece.
— Llévame a casa por favor.
— Vamos — le di un ligero beso en la mejilla, la tome de la mano y salimos de mi casa.
Subió al auto en silencio, muy poco usual de su parte, nos pusimos en marcha, me sabía perfectamente el camino a su casa, había estado en su vecindario tantas veces.
Aparque frente a su puerta, la mire bajar del auto en silencio, se dirigió a la entrada, volteo a mirarme antes de entrar, y no pude evitar que mi mirada me delatara, porque a decir verdad estaba preocupado, preocupado de que la mujer que amaba, no quisiera darme una segunda oportunidad.
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La Gorda Del GYM
Novela JuvenilLlene de aire mis pulmones, tratando de tomar el valor que aun me faltaba-tienes que hacerlo, es por salud, por tu propio bien- me repetía - tu puedes- seguía animándome internamente. Cuando puse mi primer pie dentro del Gym, cuando por fin me atrev...