Mas Que Suficiente.

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Recuerdan que les conté que Martin y yo solo nos comunicábamos cuando nos veníamos en el gimnasio, ahí cuadrábamos nuestros "encuentros", acordábamos lugar y hora, bueno ahora que somos... lo que somos, diablos, en fin, se supone que eso debería cambiar ¿no?

Martin pasó por mí como acordamos, Salí en cuando escuche el claxon de su auto, como iba de casa, llevaba puesto mi ropa de ejercicio, igual que siempre una camisa holgada y una licra, ¿Qué en que momento deje de usar pans holgados? No recuerdo, me quedaran bien o no, ultimadamente me salía sobrando. (Tal parece que estamos mejorando)

En cuento subí al auto, me saludo con un beso, me estaba mal acostumbrando a esto, para alguien como yo, esto parecía un sueño, un hombre guapo a mi lado, que dice que me ama tal como soy, realmente parece un sueño, de esos donde no quieres despertar.

— ¿Qué tanto piensas? — pregunto aparcando el auto en el estacionamiento del gimnasio.

— Nada — me encogí de hombros y baje del auto.

— Tu cuando dices nada, es todo — bajo también del auto, y fue a mi lado — dame tu mano.

Mire su mano extendida cerca de la mía, ¿realmente quería que la tomara? — no creo que sea buena idea.

— ¿Por qué no?

— Nos verán todos tus amigos, todas las personas que están ahí adentro.

— Y ¿Qué?

— Todos sabrán que tenemos algo.

— Amor, quiero que todos lo sepan, ¿no te quedo claro ayer?

— Pero...

— ¿Te sientes insegura?

— Martin — lo mire a los ojos— ¿Quién no se sentiría insegura contigo?

— No quiero que te sientas de esa forma — me tomo del mentón— tu eres más que suficiente para mí, más de lo que nunca pensé llegar a tener, lo que la gente piense, diga o comente, me sale sobrando, soy yo quien debe preguntarse si merezco tener a mi lado una mujer como tú.

Puso su dedo índice en mi frente, y luego tomo mi mano, no sabía que decir, aquellas palabras me habían llegado al alma, me deje guiar por el hasta la entrada del gimnasio, respire hondo antes de entrar, tal como imagine, en cuanto cruzamos la puerta, todos centraron sus miradas en nosotros que aun seguíamos tomados de la mano, la mirada de odio de Bibiana y sus amigas no se hizo esperar podía imaginar que estaban pensando al ver a la gorda y el bueno del gimnasio enterar tomados de la mano, me esperaba una larga jornada de ejercicio.

— Iré a hacer mis ejercicios — dije soltando la mano de Martin.

— Hagámoslo juntos.

— Ve con tus amigos y has tus ejercicios de siempre, nuestras rutinas son diferentes, iré a hacer cardio, no te preocupes — le sonreí.

— Bueno, pero ni se te ocurra irte antes, que yo te llevare a casa de vuelta.

— Bien — intento darme un beso, pero lo evite, no estaba acostumbrada a las muestras de cariño en público, — nos vemos.

Me miro con el ceño fruncido, y supe que estaba molesto, pero se fue sin decir nada más, creo que no lo estoy haciendo bien, pero es sinceramente no sé, ¿algún día dejare de ser una maldita insegura?, pero me sentía incomoda.

Fui a la caminadoras, no llevaba ni 15 minutos realizando mi primer ejercicio, cuando alguien presiono el botón rojo de stop, me voltee molesta, y me encontré con una cara aún más molesta.

— ¿Qué te traes con Martin? — me pregunto la rubia oxigenada.

— Que te importa — le respondí con molestia — si no te molesta, voy a continuar.

— Te crees mucho ¿no gorda?— dijo tomándome del brazo.

— Ya déjame en paz, no te debo ninguna explicaciones — me deshice de su agarre con brusquedad — y si amas esos pelos de elote que te cargas, no te vuelvas a meter conmigo

— ¿me amenazas? ¡Ja! Solo te digo una cosa, ni pienses que duraras mucho con Martin, si quiero puedo quitártelo.

— ¿De verdad? Inténtalo — trate de que mi voz no temblara, no quería que me amedrentara, quería creer que jamás sería capaz de hacerlo.

— Mírame, ¿crees que no preferirá estar con una chica fitness como yo, antes que con una gorda como tú?

— ¿Qué está pasando aquí? — la voz de Erick se dejó oír antes que pudiera responderle algo más a esa idiota.

— Nada, aquí felicitando a Alisson — sonrió con hipocresía.

— ¿Por qué, es su cumpleaños?— pregunto Erick confundido, al parecer acababa de llegar y no me vio entrar con Martin.

— Que te cuente ella — me miro de mala forma, y luego se fue.

— A ver cuéntame — dijo Erick con curiosidad.

— Nada, no le pongas cuidado a esa... señorita — no quería ser grosera frente a él, y ¿Por qué no le conté?, no sé.

— Bueno, te creeré — me dijo con desconfianza— vuelve a tu rutina.

Me dio indicaciones como siempre de lo que debía hacer, Erick era mi entrenador personal, era muy bueno y además lo hacía gratis, sinceramente le agradecía por eso, pero creo que a Martin no le agradaba del todo la idea, me miraba con el ceño fruncido, solo esperaba que no hiciera una estupidez aquí frente a todos, sabia de lo que era capaz.

La Gorda Del GYMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora