INTERROGATORIO

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Estaba tumbada en la cama, hacia unos minutos desperté, pero el horrible dolor de cabeza, no me dejaba si quiera ponerme de pie, haciendo un gran esfuerzo logre sentarme, sosteniendo mi cabeza, todo daba vuelta a mi alrededor, enserio estaba tan agradecida que mis padres no estuvieran en casa y me vieran llegar en este estado, seguramente ahorita mi padre me estaría sermoneando, no es que siempre pase esto, en realidad es la primera vez, pero sería una bomba para mis padres verme, borracha y con resaca al siguiente día, ya les he dado suficientes problemas.

Intente recordar como llegue a mi cama, mis amigas ni locas  hubieran intentado subirme a mi habitación seguro me dejarían tirada en la sala a lo mucho, y sus novios seguramente tampoco se atreverían a tocarme, son unos debiluchos (por no decir que estoy demasiado gorda), entonces solo nos queda Martin, ¡oh por deos! No creo que fuera capaz, pero no me queda otra opción fue él,  ahora que lo recuerdo, él me trajo en su auto. Salte de la cama y corrí directamente al baño, saque de mi sistema todo eso que me hacía daño y entonces lo recordé, recordé como llegue a mi cama, sentí como un fogaz recorrió mi cuerpo y se alojó en mis mejillas, me sentía avergonzada, luego me percate que traía puesto mi camisón de seda, por cierto el más atrevido que tenía en mi closet, ¿en qué momento me cambie de ropa?, no puedo creerlo, Martin no sería capaz de desnudarme, no tendría estomago para hacerlo.

Me moría de pena y más aún cuando recordé ese casi beso, que me dejo helada, me mire al espejo, mi labio inferior estaba un tanto inflamado, pero no dolía, hasta que con mi lengua toque una pequeña herida, que al rose con ella, me hacía estremecer, pensar que fue el que dejo esa marca me... ¿cómo decirlo sin que suene pervertido?, me excitaba y no podía darme ese lujo de pensar en él de esa manera.

Tome mi celular, tenía varios mensajes de mis amigas, y una que otra llamada perdida de mis padres, los llamé para avisarles que estaba bien, y que podían seguir con su visita en casa de la abuela, seguro tenían planeado regresar hasta el día de mañana, pero si no les devolvía la llamada, seguramente ya los tendría entrando por la puerta.

Abrí los mensajes de mis amigas y como era de imaginarse, les importaba más el chambre que yo.

"¿Cómo te fue con Martin?", "¿Paso algo más anoche?", "¿cómo es ese chico en la cama?", "No que lo odiabas, eso no parecía ayer".

Típico de mis amigas, ni un "¿Cómo estás?, ¿estás bien?" o algo por el estilo, el chambre ante todo, les conteste diciendo que les contaría luego, no pasó nada en absoluto, pero las dejare a la expectativa, la verdad ni yo tengo tan claro lo que paso ayer, pero que no hubo sexo de eso si estoy cien por ciento segura.

Me prepare para salir a mi trabajo, y como las chicas son tan insistentes, quedamos de vernos en casa de Aurora luego del trabajo, como era el plan original ayer.

Mi día transcurrió normalmente, hasta cierto punto, me cargaba un genio de lo mil demonios, causado por la resaca, pero trataba de ocultarlo, "los clientes no tienen la culpa de sus problemas personales" la célebre frase de nuestro jefe, pero más de alguno se rebuscaba para sacarme de mis casillas.

Termine mi tedioso día de trabajo, tome algunos documentos que aun necesitaba revisas, y mi bolso para salir de ese lugar tan estresante, corrí a la parada de autobús para dirigirme a casa de Aurora.

Llegue y ambas estaban ya esperándome, se les nota a leguas que les encanta el chambre, su cara de felicidad al verme las delataba.

— Hola chicas— las salude con un abrazo a cada una, ambas se encontraban paradas frente la puerta de la habitación de Aurora.

— Hola Aliss, entra— dijo Aurora, haciendo señas que podía pasar a su habitación. — trajiste tu pijama ¿cierto?

— No, ¿por qué?— pregunte confundida.

La Gorda Del GYMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora