«El excelentísimo Consejo de Ancianos del país de Eralgia,
En uso de sus plenos derechos y como consecuencia del uso de sus obligaciones y funciones, predispone a vista para sentencia la ejecución de la condena a pena de muerte, con escarnio público, a Kayen Gargölk, por sus delitos de: alta traición a la patria, uso de la fuerza contra sus superiores, revelación de secretos y asesinato masivo.
Se comunica la estimación de las pruebas aportadas a este tribunal como defensa del acusado, tales como: Informe mágico y alegación personal del Guardián. Se concluye pues:
Informe Mágico: Apto como prueba inicial con posibilidad de refutación.
Alegación Personal del Guardián: Negada como prueba por falta de objetividad.
Bajo posibilidad de alegaciones, propuestas de indulto y reclamaciones, sigue abierto el periodo por sesenta días naturales desde la emisión de la primera condena.
Excelentísimo Gobierno de Eralgia, Consejo de Ancianos.
En uso de la Sagrada Constitución de Eralgia.»
Me froté los ojos mientras hacia una mueca de dolor. No sabía si mi jaqueca era por haber bebido de más la noche anterior, por haber gritado de más, o por la estupidez de esos censores. Líomar me tomó la nota, la leyó un par de veces y resolló.
Él y Eathan intercambiaron una mirada, el Protector de la Tierra se cruzó de brazos sobre el pecho. Levanté la mirada hacia él, pero escurrió los ojos sobre el papel antes de hacer contacto. El Protector del Agua entonces habló:
—Bueno, esto lo esperábamos. —Líomar me miró— ¿Tú no tenías una carta que él te escribió como despedida? ¿En ella no te rebelaba sus planes? —Se me iluminó el alma con eso. Afirmé—. Puede servir al menos como prueba física, tangible, más objetiva. Pueden comprobar que está escrita sin hechizos encima, Edward podría corroborar algo así.
—Por las alas de Escolapio, claro... ¡Eres un genio, de verdad! —Me fui escaleras arriba.
Abrí la puerta de mi habitación de un golpe seco. Me tiré sobre la cómoda y rebusqué por los cajones hasta encontrar esa carta que Kayen me había entregado mediante Edward. Estaba embutida en un rincón lejano de ese cajón, al igual que la había metido lejos en mi corazón, lejos para que el olvido aliviase el dolor.
La tomé entre mis manos y me la llevé sobre el pecho, algo más aliviada. El papel estaba acartonado por mis lagrimas derramadas sobre él durante días. Me senté en el sillón, dejándome caer sobre él agotada y la abrí. La releí un par de veces.
Dos gotas saladas como el mar cayeron sobre el papel de nuevo. Lo acuné en mi pecho, meciéndome sobre el sillón, maldiciéndome por no haberlo evitado, por no haber impedido que todo se torciese de ese modo.
Solo rezaba para que esas palabras ablandasen la coraza que revestía el corazón podrido de esos Censores de la Inquisición. Que vieran la verdad, que vieran a un joven que solo quería salvar a sus amigos, a su país, a su amor...
Pasé el resto del día escondida en mi despacho, lejos del mundo, hundida entre papeles y documentos, evadiendo mi mente en mis responsabilidades. Buscaba entretenimiento en papeles que odiaba con toda mi alma, pero que mantenían mi cerebro lejos del vórtice de problemas que giraba en mi cabeza.
Me obligué a mí misma a no pensar en eso, a tomarlo con calma, a visitar a Edward a la mañana siguiente con esa carta y aportarla como prueba. Hubiese deseado que fuera así, que a la mañana siguiente pudiera despertarme calmada, pero no.
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ERALGIA III, La Alianza
FantasyTERCERA PARTE Estar muerta no es agradable, lo he comprobado. El Balakän era el escondite de Axel, nuestro tablero de juego, y yo, como Reina iba a tumbar ese falso Rey. No esperaba que ese viaje que emprendía fuera a rebelarme la belleza que escon...