—Soy la salsa de tu vida, Guardián... —murmuró Damon con una risita.
—Sin duda... —Lo observé reír y suspiré— Vete a Save, te necesitan, yo estoy mejor ahora. Puedo hablar, es un alivio. Y respirar. —Inspiré lentamente hasta donde podía soportar el dolor—. Necesitaba esto, por lo demás, estoy bien. —Se acercó a mí y me besó de nuevo en los labios.
—Solo déjame unos minutos más contigo... —rogó—. En ese castillo no hay una sonrisa como la tuya, ni unos ojos como los tuyos... En ese castillo no hay ni una cuarta parte de la belleza que tiene una sola de tus pecas... —Me sonrojé ligeramente. Era la primera vez que me hacía un cumplido de ese modo...— No se confunda, señorita Kashegarey, estoy siendo agradable porque está usted malita, en cuanto se ponga buena voy a seguir portándome mal...
Sonrió con irreverencia y rebeldía. La puerta se abrió de golpe y apareció Edward.
—No has dejado ni un solo día de tu vida de portarte mal, Damon Abygör, y, a propósito, que conjuro más horrible acabas de poner a esta puerta.
Cruzó sus brazos sobre su pecho y se acercó a nosotros. Justo detrás de él apareció Yarel y sonrió al verme más despierta, le devolví la sonrisa.
—Que alivio poder ver de nuevo esa sonrisa, por las garras de Escolapio, creí que jamás volvería a verte sonreír... —dijo el rey. Edward me tomó la fiebre con el dorso de su mano.
—Parece que la idea de inyectarle su propio poder ha funcionado mejor de lo que esperábamos —afirmó el brujo. Él y Damon sonrieron. Edward arropó a Yarel y le frotó el hombro—. Su majestad ha estado de duelo por ti los tres días que llevabas inconsciente, parecía un alma en pena vagando por el palacio. —Yarel asintió y se abrazó al torso del brujo—. Apenas hemos pegado ojo, deberíamos irnos a descansar. —En sus rostros de veía el agotamiento. Con un halo de voz los animé:
—Iros, tranquilos, yo estoy bien. —Agoté el aire de mis pulmones e hice una pausa—. Puedo estar bien sola, intentaré dormir, tengo a mi madre, y a los demás...
Se miraron entre ellos. Edward y Yarel asintieron y se acercaron a mí. Nuestro rey me cogió la mano con cuidado y me dio un beso.
—Descansa mucho y recupérate pronto, quiero celebrar esta victoria juntos, ¿Vale? —Asentí y sonreí. Edward me dio un beso en la frente y me acarició el rostro.
—Cuando vuelva mañana quiero verte corriendo por fuera, ya, ¿Eh? Si necesitas cualquier cosa tu madre tiene una vela para llamarme, he dejado ungüentos y preparados para el dolor, la fiebre, los temblores, calambres, espasmos... —Sonreí.
—Vete con Yarel, iros a dormir juntos y dejadme. Estoy bien y es gracias a vosotros. Ya me habéis cuidado mucho, ahora os toca cuidaros a vosotros... —Edward asintió y acarició el hombro a Damon.
—Si me necesitas en Save dímelo y estaré a tu lado en un segundo, no quiero que pases solo por todo eso, Save es un país devastado. No se puede alzar un reino de una tierra llena de cenizas sin regarlo de sudor. —Damon agradeció eso con un cabeceo.
Nos dejaron a solas. Miré detenidamente a Damon, parecía estar bien, suspiré aliviada y le sonreí. Me devolvió la sonrisa y acercó su rostro al mío. Nos quedamos mirando a los ojos a escasos centímetros.
Me perdí en esos ópalos, en la inmensidad de esa mirada. Me zambullí de nuevo en el universo que escondían esos iris, y me dejé envolver en la calma que me transmitían. Damon curvó sus labios y apareció una sonrisa burlona en ellos.
—Voy a irme a regar con sudor mi reino —dijo con sarcasmo—. Aunque, voy a dejar algo de sudor para regarla a usted, señorita. —Rozó su nariz con la mía y me besó con más fuerza—. Debes dormir, sé que no quieres, pero, voy a provocarte el sueño...
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ERALGIA III, La Alianza
FantasiaTERCERA PARTE Estar muerta no es agradable, lo he comprobado. El Balakän era el escondite de Axel, nuestro tablero de juego, y yo, como Reina iba a tumbar ese falso Rey. No esperaba que ese viaje que emprendía fuera a rebelarme la belleza que escon...