Un trato que no debió ser escuchado

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Iguro descansaba en su cama de una manera casi pacífica. Era lo mínimo que podía hacer después del trabajo que había pasado debido a su nueva enferme... No, ahora lo que recorría su cuerpo era un maldición.

Aun recuerda la cara de angustia de Shinazugawa que le buscaba desesperado después de haber ayudado a Kanroji a tostar las semillas para el chocolate. En ese momento estaba casi como un trance viendo el hermoso rostro de aquel le quitaba el sueño en esos últimos días, solo pensando hasta en lo más trivial de él.

Sí, Tomioka se veía mas hermoso en esos últimos días, sus mejillas se veían más llenas y llenas de vida, sin esas ojeras y ese cansancio en su rostro que le preocupaba.

Pero todos esos pensamientos se fueron de inmediato al ver el rostro de Shinazugawa, había dolor. Sanemi Shinazugawa no era una persona que dejara mostrar ese rostro nunca, la debilidad no era algo que era parte del albino desde que lo conoció.

— Rengoku... es Iguro... No... Yo...

El hijo del general no era alguien que se quedaba sin palabras, no era alguien que tuviera dificultad en decir las cosas claras; sin embargo, en ese momento sus palabras eran tan pesadas que le hizo olvidarse de todas las semillas de cacao y esos ojos azules como si de un estanque de un oasis en medio del desierto le llamaban.

Algo andaba mal con su hermano y corrió al lado del mago de viento.

Iguro no era su hermano de sangre, muchos nobles no compartían sangre y los que los unía era la magia, además de papeles de adopción. Así fue como Iguro llegó al marquesado desde joven, en ese tiempo Rengoku sólo le llevaba unos pocos meses al menor, pero había una gran diferencia entre ellos.

Iguro quien tenía la misma edad que Kyojuro, eran muchos centímetros más bajo, tan flaco que nadie sabía si era un esqueleto o persona, además de unas horrendas marcas en sus mejillas por el maltrato que le daba su anterior familia antes de presentar sus poderes. Cualquiera en ese tiempo pensaria que eran 2 o 4 años menor que él por su condición que provenía de una mala alimentación.

Había costado que el menor se abriera a ellos, aun era renuente a hablar a muchas personas y en especial a las mujeres. Pero gracias a la ayuda de todos en la mansión Rengoku, Obanai creció mejor y rápidamente le alcanzó, aunque a veces sufría de una que otra enfermedad más rápido que todos debido a mal nutrición a muy temprana edad.

Como hubiera deseado que su hermano sufriera de eso en ese momento y no que la Señorita Kocho Shinobu le hubiera enseñado esa marca que creía en su espalda.

— Cuando es línea de la vuelta completa y se una al otro lado. Iguro Obanai moriría — Mencionó la chica sin sonreír en lo más mínimo, mientras colocaba un pañuelo húmedo en la frente de su hermano.

— ¿Cuál es la cura de esto? — Preguntó tranquilo, pero serio.

Siempre había una cura, para la fiebre, un hueso roto, para la gripe... Para la herida de una flecha oxidada en el pecho de alguien, él mismo lo habia visto, habían sentido esa pequeña mano fría bajo la suya mientras ocurria un milagro.

Sin embargo, no hubo palabras que le dieran tranquilidad a su pecho alguna y hubo tristeza en los ojos de Shinobu, también de Shinazugawa en ese momento.

— Rengoku... — Shinazugawa tomó aire — Esto no es una enfermedad, es una maldición. Esto es algo que no tiene cura.

Pudo sentir el dolor del alma del mago de viento al decir eso. Pero su mente no lo procesaba, debía ser una mentira, aunque Sanemi jamás haría una broma tan cruel en su vida, no a él.

La Muerte del Villano ^^Kny (SabiGiyuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora