Cuando cumplió 7 años Sabito estaba feliz, Urokodaki había encontrado a otra niña con poderes como los de ellos. Aunque ella era mayor, tenía 11 años. Trato a Sabito y a Giyuu con amabilidad desde el principio, Makomo era como un lago sereno y tranquilo, con una sonrisa pequeña en su rostro y su cabello oscuro y ojos esmeraldas.
Se haría una fiesta, donde seria la primera de Makomo presentada a la sociedad y la celebración de los 7 años de Sabito. Todo era genial para el chico, repartirían sus dulces favoritos, vendría Shinazugawa y Tengen sus mejores amigos. Su familia crecía y tenia la idea de por fin compartir en una reunión social con Giyuu.
— Giyuu te tienes que quedar en tu habitación, no importa lo que pase — comento el hombre de la mascara unos días antes de la fiesta.
— ¿Por qué? — Se quejo de inmediato Sabito.
— El rey y su hijo vienen a la fiesta.
Con las palabras de su padre, vio como Giyuu se puso tieso. El nunca habia estado cuando el Rey o su hijo venían a la mansión. La última vez había salido con sus tutores y Makomo a una clase compartida con la familia del Duque Uzui y la otra hacia los Shinazugawa. Algo le decía que su padre los mandaba para alejarlos esos días. Siempre que regresaba Giyuu se abrazaba mas a el y parecía mas callado.
Aunque con la ultima visita habían permitido a Giyuu estudiar a Giyuu con Makomo y el. Había escuchado de las sirvientas que su padre incluso predio la dignidad suplicando al rey por eso.
Ahora no podía cancelar la fiesta y menos al rey. Estaba tan molesto de cómo las cosas iban, siempre aparecía el Rey para arruinar todo en la vida su ángel y lo odiaba.
— Incluso si el rey te ha dado esta oportunidad para instruirte, mas nos vale no aprovecharnos de su bondad — comento el mayor.
— Si, padre — Giyuu tenia la mirada abajo de nuevo.
Había planeado por semanas lo que haría con Giyuu en su fiesta, seria la primera par el chico y quería que fuera la mejor. Recordaba la emoción de su hermano cuando Makomo y el le enseñaron a bailar en el salón a escondidas en la noche.
No era justo.
Esa noche cuando intentaba dormir escucho unos pequeños toques en su puerta. Al abrir la puerta ahí estaba Giyuu, con el bonito traje que iba a usar en la fiesta.
— ¿me perdonas por no ir a tu fiesta de cumpleaños?
Aquello le rompió el corazón al mayor, ver a su lindo hermano de esa manera. Triste y sintiéndose culpable de algo que no era su culpa.
— Giyuu esto no es tu culpa... En serio desearías que pudieras ir — expreso con anhelo y tomo la mano del menor para que entrara a su habitación.
— Yo también quería ir, pero así son las cosas. Entiendo que nuestro padre no lo hace por mal, sino para protegerme — el de cabello oscuro suspiro triste.
— ¿Ellos alguna vez te han hecho daño? — pregunto Sabito, esa era la gran duda que tenia.
— ¿Aparte de ser su prisionero, matar a mis padres y todos los míos, negarme una educación y darme todo su odio? — pregunto confuso el menor, era obvio que le hacían daño incluso antes de nacer.
— Me refiero a cuando vienen a la mansión y no estoy.
Un silencio lleno la habitación.
— Nuestro padre evita cualquier ataque físico si eso te preocupa — dijo después de un rato Giyuu — Realmente se puede ver su furia cada vez que me ven, es porque nací así.
— Son gente tonta — expreso con molestia Sabito.
— Es por lo que soy... Tal vez si yo hubiera nacido humano, tal vez si no tuviera estas — el menor llevo sus manos a sus orejas y había una tristeza inmensa en sus ojos— Las odio, ¿Sabes? Daría lo que fuera por ser humano como los demás. Ser lo que soy me hace menos.
— No, no lo hace — el pelirosa quito las manos del chico de sus orejas y le sonrió, no quería ver a su hermano de esa manera — — Ser quien eres, no importa de donde provengas, no marca quien eres. — Le hablo totalmente serio — Tu eres igual o mas que nosotros, mirate. Incluso ni siquiera nos odias después de todo lo que te hemos hecho.
— Tu no me has hecho nada — le respondió con una sonrisa — Eres el mejor hermano del mundo.
No podía dejar de verlo, sus palabras movieron su corazón y su sonrisa se lo derritió. No lo resistió, lo abrazo con fuerza, solo el sentimiento de tenerlo en sus brazos le hacia inmensamente feliz. El menor también se aferro a el y después de un rato empezó a mover sus pies.
— Incluso si no puedo ir a tu fiesta, ¿Puedo bailar contigo ahora? — pregunto bajo el de cabello oscuro — Se que no soy una chica, pero incluso quiero creer que fui al baile una vez, incluso si es mentira.
Aquello conmovió más al mayor, ¿Cómo podía negarle algo a su querido hermano? Sabito se solto del abrazo y dio un paso atrás haciendo una reverencia frente a Giyuu.
— ¿Me concederías el honor de bailar contigo, Giyuu? — pregunto el de cabello rosa, sorprendiendo al menor que sonrió calido.
— Será un placer, Sabito — le siguió el juego a su hermano.
Así bailaron los menores entre pequeñas risas, solo con la luz de la luna que entraba por las ventanas de la habitación del mayor y con una melodía casi silenciosa que tarareaba el menor. Sabito no podía evitar perderse en esa sonrisa iluminada por la luna, casi embelezado bailo con el menor.
Ese era su Giyuu, su dulce Giyuu. Quien no odiaba a nadie, era el más amable de todos, trato a todos sus hermanos con amor desde que llegaron a la mansión, que amaba hacer ohagi y galletas, quien soñaba con una gran familia y ser amado... Quien se odiaba mas que nadie por ser lo que era.
Pero llego un día, cuando tenían 13 y 14 respectivamente. Makomo había golpeado a Giyuu en su entrenamiento que acaba de empezar y se había desmayado, recordaba lo enojado que estaba con la mayor por usar mas fuerza de la que debía con Giyuu. Sin embargo, no se espero que al día siguiente apareciera sin su sonrisa en su rostro y con los ojos mas vacíos que había visto en su vida.
Era huraño, silencioso, mal educado y sin una pizca de amabilidad y calidez que le caracterizaba. Su cara sin ninguna expresión alguna, era como si no sintiera nada y sus ojos a veces perdidos en sus pensamientos; otras veces de las cuales eran pocas sus ojos estaban tristes o llenos de odio.
Ese no era su Giyuu... ¿O si?
Se iba a disculpar porque sus hermanos lo obligaron, pero sin querer vio la puerta de su habitación abierta y se acerco. Escuchando los sollozos de Giyuu se acerco lo más rápido que pudo y lo vio envuelto en una toalla con sus ojos llenos de lágrimas y su cara por fin haciendo alguna expresión. Lo había odio perfectamente y eso abrió un hueco en su corazón, el era quien lo había herido porque se negaba a ser olvidado y ser tratado de otra manera por Giyuu, era el que siempre hacia rabietas y actuaba de manera infantil que lo hirió.
Eso nunca se lo perdonaría. Decidió ir al día siguiente por una disculpa, era momento que el menor se calmara, seguro que ni quería verlo ni en pintura. Pensó toda la noche en la disculpa correcta, que decir, como decirlo y no estaba satisfecho con ninguna, cuando decidió que una era lo suficientemente decente se fue a dormir a esperar al otro día.
Camino dándose valor al ir al cuarto del menor ya que ahora se negaba a desayunar con ellos. Sabito tenía un plan, una disculpa que había practicado y pedirle a Giyuu si podía desayunar con ellos ese día.
Claro que no se espero encontrar al menor frente al espejo sosteniendo una tijera muy cerca de su preciadas orejas, la vista del menor estaba fija y decidida, pero su pulso temblaba por lo que iba hacer.
¿Giyuu odiaba tanto ser el?
Corrió a detenerlo a tiempo y nada fue de acuerdo al plan.
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La Muerte del Villano ^^Kny (SabiGiyuu)
FanfictionCuando Giyuu murió no pensó en reencarnar, menos en el bobo juego Otome que las hermanas Kocho le obligaron a jugar. Si todo lo malo no era solo eso, también reencarno como el villano del juego que solo tiene la opción de morir para que los otros se...