Giyuu se despertó al sentir que alguien trataba de abrir su camisa, lleno de pánico abrió los ojos y dio un pequeño salto retrocediendo. Se sentía débil, nada nuevo para el en esos días, pero que alguien le quitara la ropa le producía asco.
Alzo su mirada un poco y lleno de furia pero solo se encontró con un doctor y Hitomi a su lado.
— Tengo que revisarte, Giyuu — el doctor trato de tocarlo de nuevo pero el menor le dio un manotazo retrocediendo en la cama.
— ¡No me toques! — su voz salía con dificultad y dañada.
— No hables, es probable que se te haya desgarrado la garganta por la tos que tenias. Pero no podré saber si no me dejas revisarte — anuncio el doctor, no esperaba esa actitud del menor.
El chico estaba reacio y temblaba de miedo cuando vio la mano del doctor llena de luz tratando de acercarla a su pecho, no era solo su asco por ser tocado; si no también que si ese hombre lo tocaba, iba a darse cuenta que la maldición en su cuerpo se había activado. La magia de la luz era la única que podía detectar la magia oscura, por eso la mayoría de doctores era usuarios de magia de la luz.. Nadie debía saber eso, aparte de el mismo.
Un elfo maldito nunca era bueno en ese mundo y menos si tenia una maldición adentro de el.
Se alejo aun más y cuando el hombre estaba apunto de tocarlo, Kazanburo voló en medio de ellos y se coloco en la cabeza de su dueño. Graznaba fuertemente, como si le hubieran herido haciendo que los mayores se alejaran.
— Salgan de mi habitación — murmuro Giyuu
— ¡Estas enfermo, Giyuu! — exclamo preocupada la sirviente — Deja que el doc...
— ¡SALGAN DE MI HABITACIÓN! — grito con fuerza sin importarle lo mas mínimo seguir dañando su garganta.
El cuervo pareció inquietarse aun más y voló de la cabeza de su dueño al doctor como si quisiera arrancarle los ojos, eso fue suficiente para que el hombre lanzara su magia contra el animal que cayo al suelo al ser tocado por la magia de luz.
El sonido del cuerpo del ave resonó en la mente de Giyuu y Hitomi pasó por encima del ave sin importarle para tratar de razonar con el menor sobre su salud. El crujir de los huesos del ave era algo nauseabundo para el menor, casi como si fueran unas ramas en el piso del bosque. La mujer estaba muy preocupada por la salud de su hijo para preocuparse un segundo de un ave que solo atraía mala suerte según ella.
— Cariño, se que no te gusta ser tocado. Pero tienes que dejar que el doctor te revise, si no sabemos lo que tienes, no podremos curarte — explico la mujer al chico que solo tenia su vista en el ave muerta.
— Maldito elfo, maldita ave — escucho murmurar al doctor mientras se acercaba al menor.
La mano de la sirvienta hizo que se acostara en la cama, pero una barrera de agua que salio del baño rodeo al menor. Cada vez que alguno de los adultos se trataba de acercar, el agua reaccionaba de una manera violenta. Los gritos de la sirvienta no eran nada para el en ese momento, la voz de Sabito llamándole, la de sus hermanos y Urokodaki no eran nada para el en ese momento.
Giyuu debía protegerse, si alguien se enteraba que cargaba la maldición seria su fin.
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— Te lo dije, iba a morir — la voz de Shinobu no cargaba burla alguna, solo era seca.
Giyuu tiraba el cadáver de un gato a al basura, esa era la suerte de vivir de una ciudad tan urbana como Tokio donde no había un espacio de tierra para enterrar a una persona, menos a un gato.
El chico nunca tuvo suerte con los animales, la verdad estaba seguro que todos los animales lo odiaban de alguna forma aunque el no lo hacia en lo mas mínimo. Pero los pocos animales que lograba congeniar de alguna manera, terminaban en ese estado cadavérico y ni siquiera era por su culpa.
— Te dije que no lo recogieras de la calle, era muy pequeño y no importa cuanto lo calientes o lo trates de alimentar. Su destino era morir desde que fue abandonado — las palabras de la chica eran duras, Shinobu era así.
Tan llena de odio, como el estaba lleno de tristeza. Ella se había hecho así para ser fuerte y no dejarse dañar por nadie, Giyuu había ido por el aislamiento social.
— No llores. Ni lo tuviste ni dos semanas en tus manos — comento la chica, esperando que el tomara esa armadura de fortaleza que ella tomaba.
Ni Giyuu sabía porque lloraba. Una parte de el como siempre quiso probar que la menor estaba equivocada, otra quiso salvar al pobre gato que se veía tan abandonado como el y cambiar su destino marcado y otra mas importante es que quería una mascota. Giyuu no quería sentirse solo y que todos los animales que le rodeaban murieran.
Quería evitar la muerte de las cosas que quería y que le importaban.
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Giyuu tomo el cuchillo esa noche fría de invierno y su grimorio también, sus pies descalzos pisaban el piso helado de la mansión vacía a tan altas horas de la noche.
El doctor se había quedado en una de las habitaciones de huéspedes, esperando que el al día siguiente estuviera mejor para revisarlo. Camino un gran camino y sus pies estaban casi congelados, salio por una ventana cerca de la habitación de huéspedes y se sostuvo por la conveniente arquitectura sobresaliente de las afueras de la casa hasta llegar a la ventana de su doctor. Se adentro en la habitación con el mayor cuidado posible y se acerco donde el doctor estaba dormido en un sillón cerca de la chimenea.
Un hombre rondando los 40, con cejas pobladas, bastantes arrugas y un bigote que le tapaba su boca. En su ropa tenia bordado el símbolo de una mariposa que ignoro por completo.
Giyuu lo intento de nuevo esa noche de luna. Alzo su cuchillo y su mano seguía temblando, por rabia, dolor y arrepentimiento.
Matar a alguien no era sencillo, no para el.
Esta vez sostuvo el su mano que temblaba con la otra que solía sostener a Kazanburo hasta que Giyuu se rendía. Su agarre se afirmo. Iba hacerlo hasta que se dio cuenta de lo idiota que seria matar al doctor de esa forma, dejaría demasiadas pruebas por todos lados. Se detuvo a pensar que hacer y los arrepentimientos volvían a el a cada rato, hasta que vio a la gran luna.
Se recordó, tenia que hacerlo. El doctor ni nadie se rendiría hasta que le revisaran.
Giyuu suspiro, dejo el cuchillo a un lado. Se acerco a la persona dormida y coloco su mano encima del corazón del doctor sin tocarlo. Giyuu odiaba en ese momento haber visto avatar, odiaba que fuera odiado desde que nació las dos veces que lo hizo, odiaba no poder cambiar el curso de las cosas por mas que lo intentaba y lo que mas odiaba es que era una persona y no un protagonista de anime que no haría lo que el iba hacer en ese momento.
El doctor abrió los ojos un momento y vio una figura con el cabello oscuro como la noche suelto, tapando parte de su cara, su piel parecía fría y sus labios estaban casi morados por esto, su bata blanca le hacia ver casi como un fantasma.
— Lo siento — murmuro Giyuu y concentro su magia.
El doctor no pudo ni gritar, su corazón exploto en ese segundo. La sangre salía por la boca del hombre y se dirigía al grimorio de Giyuu, que absorbía la sangre, mientras Giyuu lloraba dándose cuenta de lo que había hecho por el miedo, desesperación y presión.
Cuando volvió a su habitación abrió su libro buscando el hechizo de curación y coloco su mano en su pecho mientras lo recitaba, se sintió mejor físicamente. Luego escondió el grimorio y el cuerpo de Kazanburo detrás de una madera en su vestidor, escondido detrás de sus chaquetas. Se acostó en su cama y no encontró el sueño esa noche.
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La Muerte del Villano ^^Kny (SabiGiyuu)
Fiksi PenggemarCuando Giyuu murió no pensó en reencarnar, menos en el bobo juego Otome que las hermanas Kocho le obligaron a jugar. Si todo lo malo no era solo eso, también reencarno como el villano del juego que solo tiene la opción de morir para que los otros se...