CAPÍTULO 74

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DEJA AL MUNDO ARDER

DEMIAN

Se retuerce, niega como todos, grita por ayuda, ruega por su vida y la sangre salpica en mi rostro cuando le corto la garganta. Siento el escarlata líquido viscoso en mi rostro, lo saboreo en mis labios y suelto su cuerpo inerte. Cae y se une a los demás que asesiné cuando no me dieron las respuestas que les exigí.

Me doy la vuelta hacia el salón principal del prostíbulo, mis ojos barren el lugar. Aprecio el espectáculo que he creado, admiro los rostros de horror que les causé y con los que fueron asesinados. Escucho sus ruegos otra vez y el placer me regocija. Su dolor, desesperación y sumisión me llenan de poder.

Innumerables personas en el suelo sin vida, en el escenario, mesas hasta en la barra del bar. Ninguno se salvó de mi rabia, de mi colera y sed de sangre. Allané el lugar y lo despedacé en busca de respuestas.

Camino por el charco de sangre bajo mis pies, uno que yo creé sin piedad, mis zapatos se manchan por esta e ignoro los cuerpos inertes, pateándolos si se cruzan en mi camino. Siento el sudor caer por mi frente y se mezcla con la sangre de todas las personas que ensucia mi rostro. aunque no solo la siento allí, si no que estoy bañado de esta. La pistola y navaja en mis manos se tiñen del escarlata color, deslizándose hasta caer y mezclarse con la derramada en el suelo.

Me inclino hacia el cuerpo de la proxeneta dueña del lugar, la levanto por el cabello y la escucho llorar de agonía por sus talones. La muy hija de puta trató de escapar, así que no me quedó más opción que cortarle los tendones para verla retorcerse como un gusano mientras asesinaba a todos en el lugar.

—Deja de llorar, escoria y escúchame. —escupo en su rostro cuando no se queda en silencio, su lloriqueo me estresa y la paciencia nunca ha sido mi fuerte— ¿Dónde se esconde Nicholas Eloy? —cuestiono, jalando con fuerza su cabello.

Siento como le arranco mechones, ella grita por el dolor, pero al ver que no me detendré hasta que responda trata de hablar entre los chillones gritos que da.

—¡N-No lo sé! ¡No sé dónde se esconde Eloy, nunca viene, solo me encargo de su prostíbulo y me paga! —articula, rogando y fingiendo falsa inocencia que no compro.

—Te lo preguntaré por última vez, puta de mierda. —acercó mi rostro al suyo, bebo de su miedo y dolor— Y te advierto que si no me respondes te sacaré los ojos y te obligaré a comértelos. ¿Dónde se esconde Nicholas Eloy? —entono.

La mirada de la proxeneta se vuelve desafiante, soltando una risa. —No dañarías de esa forma una mujer. Demian Davies tiene una ética con las mujeres, ¿no? —gesticula una expresión burlesca que se desvanece con mi sonrisa.

En un movimiento limpio la tiro al suelo, suelto su cabello y mi navaja, y entierro mis dedos en sus pupilas, atravesándolas hasta llegar al interior de la cavidad y arrancarle los ojos de un tirón. El grito que suelta retumba en las paredes, su nervio sangra y esta cae en forma de lagrimas por la hueca cavidad. En medio de sus gritos de dolor, la tomo por la mandíbula y meto sus ojos en su boca.

Lucha contra mí, pero no logra nada. La obligo a cerrar la boca y masticar sus propios ojos hasta que se los traga, hace una arcada y la obligo a tragarse su vomito. La suelto y comienza a toser, llorar sangre, gritar y desangrarse. Tomo mis armas del suelo, me levanto y la miro desde arriba.

Dejo que sufra por varios minutos, que trate de escapar, que se hunda en la desesperación y dolor. La torturo de esa forma, ella se arrastra por el suelo tratando de escapar sin ver a dónde va y yo la sigo, silbando sonoramente. Cuando ya me aburro de ella, le golpeo el rostro con mi pie y la dejo casi inconsciente. Me inclino, poso mi pistola en su frente y hablo.

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