CAPÍTULO 36

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Heaven en multimedia, aprecien a nuestra diosa.

BAJO ATAQUE

HEAVEN

Las puertas del ascensor se abren de par a par, mis pies avanzan por inercia y camino hasta la sala del penthouse. Tiro al sofá mi bolso, llaves y abrigo. Y me recuesto en el sofá grande frente a la televisión.

Las palabras "Entrevista" y "Candidato" rondan por mi mente. El silencio en la sala empeora mi ansiedad. Y solo hay un pensamiento instalado en mi mente como un monumento de concreto: veré cara a cara al hombre que arruinó mi vida. Mi estomago se revuelve de asco, rabia y rencor.

Nicholas Eloy asesinó a mis padres y siguió con su vida, dejando atrás el caos y destrucción que nos azotó a River y a mí como un huracán.

Durante cuatro años investigué, busqué y planeé como vengarme de él. La policía dio por cerrado el caso por falta de evidencia. La justicia no hizo nada por nosotras. Nos abandonaron con un vacío en el pecho y con el alma hecha pedazos.

¿Cuánto tiempo me costó saber quien era la persona detrás del asesinato de mis padres? Más de un año, pero lo encontré.

¿Cuánto le demoró a la policía cerrar el caso y darse por vencidos? Tres meses. Tan solo tres meses duró la investigación. La justicia que merecían mis padres quedó archivada en una bodega, olvidada.

Palabras vacías, promesas rotas y un policía asesinado misteriosamente. Eso sucedió durante la investigación. El único policía que nos prometió justicia fue asesinado justo antes de que la investigación llegará a su fin. Todo fue arreglado, todo fue manipulado. Él ganó, hace siete años él fue quien cantó victoria mientras nosotras llorábamos sangre por nuestros padres.

Una duda se entierra en mi cabeza como una estaca.

Pero... ¿Por qué ellos? ¿Por qué mis padres? Jamás me hice esa pregunta en todo el tiempo que viví con ellos tatuados en mi piel. Solo me enfoqué en vengarme. ¿Por qué jamás me cuestioné si había una razón detrás para asesinarlos?

Abro mis ojos y me incorporo con rapidez del sofá. En mi mente resuenan esas palabras que no tomé en cuenta. Esas palabras que olvidé por saciar mi sed. Esas palabras que ahora recuerdo y hacen que mi sangre se congele.

Porque metieron sus narices donde no debían, corazón.

Mi corazón retumba con fuerza y siento como el aire de mis pulmones es expulsado con fuerza. Mis ojos arden mientras me levanto del sofá y quedo estática mirando una foto donde mis padres salen abrazándonos a River y a mí mientras sonríen.

—¿Qué...? ¿Qué sucedió realmente...? —mi voz suena ahorcada, temerosa y temblorosa—. ¿Qué nos ocultaron? ¿Qué se llevaron con ustedes a la tumba? —balbuceo.

Mi mente es completamente un caos llena de preguntas sin respuestas. Llena de probabilidades. En lo único que puedo pensar es en una respuesta que no puedo obtener. Mis padres eran personas comunes, amables y caritativas. Jamás entraron en política, no tenían enemigos, eran queridos por muchas personas.

¿Qué mierda pudieron hacer ellos para ser asesinados? Y si...

—¡Joder! ¡Puta y maldita mierda! —cierro mis ojos con fuerza y deseo estar equivocada. Camino hasta donde la foto yace y la tomo con fuerza. Aprieto con fuerza la foto y siento como la madre cruje—. Mamá, papá... por favor, por favor, que no sea cierto... ustedes... ¿ustedes dos descubrieron algo que no debían y los asesinaron para callarlos?

EFÍMERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora