CAPÍTULO 64

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LA INVITACIÓN Y EL FESTEJO

HEAVEN

Después de dejar a Demian en su penthouse, con Zev quien vela que su recuperación sea buena para asistir mañana a la fiesta de Antonio Davies, me dirijo directamente al departamento de Kilian. Voy en busca de mi mejor amigo sin dudarlo ni pensarlo dos veces.

En cuanto llego al lugar me dirijo directamente al ascensor. Maldigo cuando este dice que está en mantención y subo los putos seis pisos para llegar a donde mi mejor amigo vive. Llego a la sexta plana del edificio y maldigo otra vez al ascensor y a todos los conserjes del lugar.

Toco la puerta del departamento de Kilian, jadeante por el esfuerzo y espero a que la abra. Se demora unos minutos, pero lo hace.

—¿Qui...? —me lanzo a sus brazos al instante que aparece por la puerta, aferrándome a él y suelto un sollozo— ¿Heaven? Hey, pequeño cielo, ¿qué sucede? ¿Qué está mal? —pregunta, preocupado mientras me adentra al departamento— Cariño, habla conmigo, por favor.

—K-Kilian... —hipeo, mostrándome frágil y buscando protección en la única persona que siempre me ha dado eso— River se casó ayer y no pude estar a su lado en el altar. —hablo de esa parte y él acaricia mi cabello— Solo pude bailar con ella y verla de lejitos. ¿Crees que ella un día me odie por ello? ¿Crees... que papá y mamá estén decepcionados?

—Oh, cariño. Sé que ella lo entenderá, no te preocupes. Todo esto terminará algún día, confío en ello. Y, cuando eso suceda, todo volverá a la normalidad y podrás caminar a su lado. —me consuela— Y, por favor, jamás vuelvas a decir que Ignacio y Vanessa estarían decepcionados de ti, porque, como la mierda, que estarían, están, orgullosos de la mujer que hoy eres.

—¿L-Lo juras? —balbuceo y él asiente mientras me toma por los muslos y nos lleva al sillón, donde me sostiene con fuerza.

—¿Acaso olvidas que también fui criado por ellos? Heaven, ellos siempre estuvieron, están y estarán orgullosos de su pequeña Heaven.

Suelto un sollozo, aferrándome a su camisa y dejando que él acaricie mi espalda.

—Me siento tan cansada, Kilian —confieso, hundiendo mi cabeza en su cuello—. Me siento agotada. Frágil, indefensa, vulnerable y lo detesto tanto.

—¿Por qué te sientes así? ¿Qué sucedió además de lo de River? —pregunta, captando enseguida que hay algo más detrás. Asiento con la cabeza.

Agradezco que me conozca tan bien, al punto de que no sea necesario decirle que estoy instable para que él sepa que algo está mal.

—Lo jodí todo. Siento que lo arruiné todo, otra vez. —agrego, siendo eso lo que más me acongoja.

—¿La boda de River? —niego en su pecho— Entonces, ¿qué jodiste, Heaven?

La conclusión a la que llegué mientras manejaba después de dejar a Demian y recibir un beso que logró desmoronarme en menos de un segundo que me trajo directo a los brazos de mi mejor amigo; Fue que volví a mentirme a mí misma por miedo a la realidad y, al darme cuenta de ello, entré en pánico.

—No, me jodí a mí misma de la peor forma. Me hundí sola, me tiré al puto vacío y le di, le entregué en bandeja, el poder de destruirme. Me fallé... me fallé. Rompí mis propias reglas como una imbécil adolescente. —balbuceo, muerta de miedo— Y solo bastó una semana para darme cuenta de la realidad y-y no sé qué hacer ahora.

—Heaven, no entiendo —expresa, un tanto asustado—. Por favor, explícame que sucede para poder ayudarte. Confía en mí. Estoy aquí, no te dejaré caer.

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