CAPÍTULO 11

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CONFIAR

HEAVEN

Escucho como Meave, Jayden y Demian hablan a lo lejos sobre el incidente, pero mi mente no está en esta habitación, siento que no estoy en este lugar, estoy en blanco, paralizada. En el momento que vi la cabeza mi mundo se detuvo.

La forma de asesinarlo se parece tanto

—¿Heaven?—escucho a lo lejos como Jayden me llama.

Levanto mi cabeza para mirarlos fijamente, sus miradas me ahogan y siento como las paredes se cierran a mis costados mientras los miro. Revivo las escenas en mi mente, como si fuera mi tortura personal.

—V-voy a tomar aire—digo abruptamente.

No doy tiempo para que alguno me responda, solo corro para salir del lugar. Necesito salir de este lugar, huele a muerto, huele a culpa. Esto es mucho, la culpa que me corroe es dolorosa, saber que los acontecimientos ocurrieron por mí, por mis deseos egoístas.

Corro hasta la puerta principal y la abro con fuerza. Doy unos pasos fuera y me detengo en seco. Elevó mi mentón hacia el cielo y abrí mi boca para poder respirar mejor.

¿Qué he hecho?

Cierro mis ante el pensamiento que cruza en mi mente como un huracán.

Kilian...

Oh, Dios.

Mis manos viajan a mi boca mientras caigo al piso, sentada. Kilian estará devastado, Kilian me odiará. Le arrebaté a alguien importante para él, le arrebaté a una persona que él quiere. Yo no era muy cercana a Fabricio en la universidad, pero coincidíamos, ya que él estaba con Kilian. En cambio, Kilian ellos dos estuvieron más de seis meses juntos, se acostaron, tuvieron sentimientos fuertes por el otro.

¿Qué le diré a mi mejor amigo? ¿Cómo le diré que asesinaron a Fabricio por ayudarme?

—Es duro ¿no?—habló alguien desde la puerta, su voz me sacó de mis pensamientos.

Giré mi cabeza a la puerta.

—Meave—dije con sorpresa.

Ella se acercó a mí y se sentó en el piso, a mi lado.

—Es duro cuando pierdes a un cercano, es dura la culpa y vergüenza que sientes—dijo sacando una cajetilla de cigarros—¿Quieres?—preguntó extendiéndome un cigarro.

Asentí. —Gracias—dije con gratitud mientras encendía mi cigarro.

Di una calada a mi cigarro, llenando mis pulmones de la toxica, pero placentera nicotina. Si River me viera fumar se molestaría mucho: arrugaría su ceño, pondría una de sus manos en su cintura y me apuntaría con su dedo. Rio internamente ante la imagen de mi hermana molesta.

Tiene sentido y el derecho de estarlo, cuando casi morí mis pulmones quedaron afectados por las balas que perforaron mi pecho, los doctores dijeron que no era recomendable fumar. Definitivamente, River se molestará y con razón.

Todo lo que nos mata nos hace sentir vivos de alguna manera.

—El mundo en el que estamos es cruel, Heaven. No podemos culparnos por todo lo que sucede a nuestro alrededor, eso seria masoquista.

Negué con la cabeza, sintiendo en mis hombros una horrible carga.

—Una persona murió por ayudarme, Meave, por mi culpa una persona murió de una manera horrible—dije frívola.

Ella se quedó en silencio por unos segundos, dándole una calada a su cigarro y expulsando el humo.

—Él decidió ayudarte, Heaven. No es tu culpa, los dos sabían donde se metían y sobre todo él.

EFÍMERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora