CAPÍTULO 54

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DÉJATE CAER, TE SOSTENDRÉ

HEAVEN

Cuando despiertas de una pesadilla, no sabes realmente si la tortura se terminó en cuanto abres los ojos. No sabes si aún sigues dentro de tu mente. Despiertas desorientada, temblante, asustada, llena de pánico y horror, con los recuerdos de lo soñado golpeando en tu mente.

Sientes que aún estas cayendo en un vacío, con el miedo constante de estrellarte contra el suelo.

Conozco las pesadillas, las he vivido durante muchos años. Siempre creí que las pesadillas no eran más que una forma en la cual la realidad me castigaba por haber sobrevivido esa noche. Al cerrar mis ojos, ya sabía lo que vendría, sabía cuál sería la manera en la que despertaría a la mañana siguiente.

Ese sentimiento, cala dentro de mí en estos momentos. La única diferencia es que, la pesadilla que me consumía por las noches, me atormentó estando despierta.

No.

No solo me atormentó, fue más allá, caló más profundo que una pesadilla.

Fue real, mi piel tiene sus huellas en ella, mis labios la marca de los suyos. Aún lejos de él, siento sus dedos quemando mi cuerpo con los suyos.

—Mierda... —suelto al sentir los pensamientos atacarme lentamente, como si mi mente fuera mi propia enemiga mortal.

Aún en el piso, sonrío, sin saber cómo reaccionar a lo que mi mente y cuerpo sienten de brusca manera.

Solo un pensamiento me mantiene cuerda en estos momentos; él está aquí.

Mirarlo, ver la intensidad en su mirada, es la prueba de que la pesadilla acaba de terminar y ya estoy a salvo. Su mera presencia destruye el miedo que amenaza con arrasar conmigo.

—Heaven —escucho su voz llamarme, pero no levanto la mirada. Lo escucho caminar, dando pasos rápidos, hacia mí. Sus manos toman mis brazos y el contacto de su piel contra la mía es más que suficiente para traerme a la realidad, alejada de la oscuridad y tormento de mi mente—, Heaven. —vuelve a llamarme.

Levanto el rostro al sentir sus cálidas manos acunar mis mejillas, para alzar, suavemente, mi rostro hacia él. Conecto mi mirada con la suya, con esos ojos tan profundos como el maldito océano mezclado con la tierra y me siento... jodidamente a salvo.

En estos momentos estoy colgando de un hilo, hilo que amenaza con cortarse en cualquier momento y dejarme caer al vacío. Estoy vulnerable no solo a sus ojos, sino ante el mundo entero.

No hay nada de la Heaven que él y todos conocen en estos momentos. No queda nada de mí. He sido arrasada; mi fuerza y coraje acaban de ser enterrados.

—Hey, fiera. —Demian sigue, llamándome por ese tonto apodo— Se acabó, Heaven. ¿Me escuchas? Se terminó, estas a salvo ahora. Estoy aquí.

Sus ojos, facciones y tono de hablar son reconfortantes. Generan una especie de efecto placebo en mi cuerpo temblante. Un efecto necesario para adquirir la fuerza necesaria para levantarme e irme de este lugar de mierda.

—Demian —alzo la voz en un susurro, usando lo poco que me queda de fuerza—, llévame lejos de aquí.

Siento los pulgares de Demian limpiar el resto de lágrimas que solté al verlo entrar a la habitación, como respuesta, y cierro mis ojos para sentirlo mejor. El calor de sus manos en mi fría piel revive mi sistema.

—A eso vine, Heaven. —asegura, voltea su cabeza hacia el reloj en la pared y vuelve a mí—Tenemos diez minutos antes de que las cámaras de todo el hotel vuelvan a encenderse. —susurra y yo asiento en respuesta— Olvido algo —se detiene, alza su mano y tira el collar en mi cuello hasta que lo saca—, necesitaba sacarte esta mierda del cuello.

EFÍMERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora