CAPÍTULO 40

10.3K 904 445
                                        


OJOS DE HALCÓN

DEMIAN

La puerta del auto es abierta, el frío del viento entra al auto, y sin mirar espero a que Dimitri entre. Este se sienta, se pone su cinturón y suspira. No arranco el auto aun cuando este se pone recto en el asiento. Al ver mi nula reacción siento su mirada en mí.

—¿Qué sucede? —pregunta, un tanto agitado—. ¿Por qué no conduces? Son cinco horas de viaje, se nos hace tarde.

Jugueteo con mis dedos en el volante, mirando a los autos pasar a nuestro lado.

No necesito mirarlo para saber que no está en todos sus sentidos, que en estos momentos sus emociones lo están dominando. Esa mierda no nos ayudará en nada. No iremos a dar un paseo a un lindo prado, iremos a asesinar a una persona. Las emociones no deben entorpecer la misión.

Las emociones son una barrera que necesitas destruir para lograr tu objetivo.

—Antes de ir debes calmarte a ti mismo. No lograrás nada si vas con ese nerviosismo y pánico. Solo cometerás errores que tendré que limpiar por ti y no cumplirás con lo que te prometiste a ti mismo —concluyo.

Dimitri encontró donde mi madre se ha mantenido oculta por tres años completos, alejada del mundo, escondida como una maldita cobarde. Le demoró una semana, pero lo consiguió. Si Dimitri es el maestro en algo, es en conseguir información; no duda, no tiembla y menos titubea a la hora de conseguir información. Hace todo lo que puede y usa todas sus cartas para lograrlo.

Además, tiene una motivación mayor: Hope.

Fácilmente podría trabajar para la policía si no lo conociera desde que le salieron los primeros pelos en los testículos.

Miro la carretera, aun detenido. Mi madre se ha estado escondiendo en el pueblo donde mi padre nació y donde él, y nuestra familia, somos repudiados. Algo peligroso para ella, pero al mismo tiempo la mejor opción. Una buena estrategia, teniendo en cuenta que todos en Las Vegas odian a mi padre, incluyéndola.

Desviar el camino e ir al ultimo lugar donde buscaríamos.

Mi madre puede ser una grandísima perra, pero es una grandísima perra bastante inteligente.

—Estoy listo, Demian. Vamos, no voy a dudar —dice él con solidez en su voz.

Lo miro por primera vez desde que se subió al auto y quedo satisfecho con la determinación y seguridad que me muestran sus ojos.

Enciendo el auto y comienzo a manejar hacia nuestro destino. ¿Nuestro destino? Asesinar a mi madre. Mi madre, la mujer que me dio la vida, que me sacó de su vagina, y al mismo tiempo me destruyó junto con Hope.

Desde cualquier punto de vista decir que deseas matar a tu madre es algo horrible de imaginar.

Eso es porque aun no conocen a la mía.

Aun no entiendo qué me demoró tanto en tomar esta decisión. Ya asesiné a mi padre sin piedad, ¿por qué no a mi madre? Se lo merecía tanto como él. Lo que le hizo a Hope fue imperdonable, pero aun así la dejé ir. Dejé que se ocultara aun cuando volvió a Hope una drogadicta y la dejó abandonada al cuidado de una ama de llaves que permitía que Hope siguiera drogándose.

Ama de llaves que asesiné cuando vi a Hope en ese estado.

¿El sentimentalismo de haber salido de su asquerosa vagina será la razón por la cual la dejé escapar y vivir? O, quizás, simplemente no tuve el valor para dejar a Hope huérfana.

A pesar de haber vivido un infierno, Hope seguía teniéndole afecto a nuestra madre. Creo que jamás pudo llegar a odiarla por lo que le hizo. Su corazón no se lo permitía.

EFÍMERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora