YIN Y YANG
HEAVEN
Sus manos rodean mi cintura mientras su cabeza se posa en mi hombro desnudo para dejar un suave beso allí. Mis ojos se cierran ante la sensación de su cuerpo pegado al mío, de su calor envolverme y su tacto acariciarme.
—Con este vestido me vuelves malditamente loco, Heaven. —susurra con su voz gruesa y varonil mi oído y todos los vellos de mi piel se erizan.
Entiendo perfectamente a lo que él se refiere y no discrepo de su comentario, solo me causa una pequeña, casi invisible sonrisa llena de satisfacción de saber que solo con mi presencia lo altero de tal forma.
—Confiésalo, Rey león. No importa con que me vista, siempre te vuelvo loco. —murmuro de forma arrogante.
—Jodida engreída —suelta una risa antes de mirarme fijamente a través del espejo—, pero tienes la razón en eso. No importa con lo que te vistas, si te maquillas o vas al natural, si tu cabello está peinado o desordenado, siempre me vuelves loco, fiera.
Mis ojos se despegan de los suyos para echarme una mirada a mi atuendo. Me veo malditamente caliente con el vestido puesto en mi piel, pegado a mi figura de tal forma que resalta mi belleza y sensualidad.
El vestido negro ajustado se desliza hasta llegar a mis tobillos. Este nace de mis hombros, es manga larga y con un escote largo que, al inicio, es en forma de corazón, pero con una bajada en V que deja una pequeña parte de la silueta de mis pechos y parte de mi abdomen al descubierto, llegando hasta la mitad de este. Mis clavículas, cuello, pecho y abdomen son lo más llamativo de este vestido. La porción perfecta de piel que muestro es sensual, elegante, femenina y oscura.
Cuando Meave llegó hace un par de horas con el vestido quedé pasmada por lo hermoso que era y lo perfecto que se vería en mí, pero cuando dijo que era de la marca Dior y seguido el precio de este, casi me caí de culo al suelo.
Es decir, jamás pensé que me pondría un vestido valorado en cinco millones de dólares. Aunque traté de negarme, por sentir que era demasiado para mí y apelando a que tenía más vestidos que podría usar, Meave no lo permitió.
Ella insistió tanto, diciendo que era un regalo que me estaba haciendo y que sería una falta de respeto negarme a recibirlo. Me manipulo, claramente. Además, de que al abrir su cuenta del banco y mostrarme la exorbitante cantidad de dinero que poseía, agregó que para ella comprar el vestido era igual que comprarse un dulce. No me quedó otra que aceptarlo haciendo que ella saltara de felicidad.
Debía aceptar que el vestido era perfecto para la ocasión. Tapaba mis hematomas y heridas causadas por la pelea con la tríada hace unos días. Antes de que ella entrara a terminar de prepararme, los maquillé hasta hacerlos desaparecer y me puse el vestido, sonriente de lograr disimularlos.
La, ahora pelinegra, me maquilló a su gusto y yo la dejé. Al verme al espejo, con el vestido, tacones también Dior y el maquillaje resaltando las facciones de mi rostro, ojos y, sobre todo, labios en un color vino, quedé fascinada por el resultado.
Meave quedó más que satisfecha, me regaló una sonrisa y un cumplido enorme a mi belleza y figura. Escuché algo como un "lo dejarás jodidamente loco" y pensé que se refería a Eloy con ello, pero no fue así y lo entendí después.
Hace una media hora Demian llegó al departamento sin avisarle a nadie y cuando me vio... mierda, sus ojos ardieron en un creciente fuego dentro de ellos, su mandíbula se marcó al tragar grueso y sus labios fueron mojados por su lengua. Me miraba como si fuera la unica persona en todo el universo, casi como si fuera una obra de arte, logrando que mi cuerpo respondiera a su mirada.
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EFÍMERO
Action«La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno.» Las Vegas oculta secretos que nadie desea conocer o, de lo contrario, todo aquel que lo desee sucumbirá ante un solo destino: la muerte. El perfecto oasis de diversión, perversión...