LA ETERNIDAD DE SU LEGADO
HEAVEN
El primer impulso, algo cercano a un instinto casi maternal, que movió mi cuerpo fue ese: proteger. Tal y como me sentí esa noche con mis padres, ese sentimiento de miedo y necesidad que me embriagó al verlos a ellos en peligro, volvió a tomar el control de mi cuerpo en el preciso momento en que las balas retumbaron en el lugar.
No lo dudé ni un solo segundo, ni siquiera lo pensé, solo tiré mi copa al suelo al mismo tiempo en que sacaba mi arma, y me lancé en dirección a Kilian para tirarlo al sofá y cubrirlo con mi cuerpo, como si este fuera un escudo invencible, de las balas que cruzaron por la sala.
No solo fui yo la que se movió por una fuerza externa, sino todo el equipo lo hizo. El ambiente pasó de ser uno festivo a uno bélico en menos de un segundo. Algo completamente normal para nosotros si lo pienso, más para la persona que protejo no lo es.
Todos se ocultaron como yo para entrar en acción. Dejaron de ser los divertidos chicos bebiendo, bailando y celebrando, y los verdaderos mercenarios salieron a la luz. Si los veías por unos segundos, podías admirar en sus ojos la sed de sangre, el peligro, la frialdad y poder que cada uno emanaba.
Ninguno de nosotros tembló al escuchar la mezcla de gritos y sonidos de bala que retumbaba en el lugar. Ellos se miraron y, sin decir una mirada y solo hablando en códigos, asintieron con la cabeza para comenzar a moverse de sus lugares e iniciar con el plan.
Las ratas entraron a la jaula.
Al verlos moverse con cuidado, delicadeza y precisión a sus respectivos puestos, busqué a Franco con la mirada para iniciar mi plan y no me demoró mucho encontrando. Eso no me sorprendía. Debía suponer que tendría la misma reacción que yo tuve si hablamos de la seguridad de Kilian.
Franco estaba arrodillado en el brazo del sofá, cubriéndonos con su cuerpo mientras en su mano la peligrosa pistola estaba alzada hacia la puerta del salón privado.
—Franco —lo llamé y él puso sus ojos en mí, sin dejar de empuñar la pistola—, saca a Kilian de aquí inmediatamente. Yo cuidaré tu espalda cuando salgas y lo lleves lo más lejos que puedas. Que nadie vea su rostro, ¿está bien?
Sentía a Kilian temblar suavemente en mis brazos mientras trataba de esconderse en sofá y me odié por traerlo aquí, por exponerlo así. El sonido de las balas aumentaba, el lugar era un puto caos e imaginaba que los chicos ya habían entrado en acción.
—Lo haré. —Franco respondió rápidamente y sin dudarlo.
Me levanté del sofá, mirando hacia los lados en busca de peligro, y le acaricié la cabeza para llamar su atención, puesto que de otra manera no lo lograría. No con todo el ruido que había y con mi mejor amigo tapando sus oídos. Cuando al fin alzó su cabeza, con temor, le regalé la mejor sonrisa que pude esbozar en ese momento.
—Levántate, Kilian —le hablé en el oído, sacando su mano de allí—. Franco y yo te sacaremos de aquí ahora, pero necesito que tomes el arma que te di, dejes de temblar y te prepares para todo lo que pueda venir.
Kilian me miró con mucho temor y estaba claro que lo haría. Él podía imaginar lo que sucedería, pero jamás sería lo mismo que vivirlo. Que vivir una balacera, una escena de terror, una pesadilla... el mismo infierno.
—H-Heaven... —balbuceó mientras se levantaba del sofá, tratando de sacar el arma con sus manos temblorosas, casi en un ataque de pánico.
—Kilian. Kilian. ¡Kilian! —le tomé el rostro algo brusca para que me mirara atentamente y lo logré— Escúchame, Kilian, no tenemos mucho tiempo, así que solo lo repetiré una vez; no dejaré que nada te suceda, no dejaré que te toquen un solo cabello. Estoy aquí para protegerte de todo, no permitiré que te lastimen. Porque primero tendrán que pasar por mi cadáver antes de lograr hacerte algo, ¿lo entiendes? —no respondió al inicio, así que me obligué a ser más dura— ¡Te estoy preguntando algo! ¡¿Lo entiendes o no, Kilian Thomas Cox?!
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EFÍMERO
حركة (أكشن)«La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno.» Las Vegas oculta secretos que nadie desea conocer o, de lo contrario, todo aquel que lo desee sucumbirá ante un solo destino: la muerte. El perfecto oasis de diversión, perversión...