CAPÍTULO 5

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¿QUIEN ES ELLA?

DEMIAN

Veo como la rubia se desnuda lentamente frente a mí, sus grandes tetas rebotan mientras lo hace. Trae un conjunto negro de encaje, vino prepara esta noche para follar. La miro hacerlo desde el sillón, sin camisa y únicamente con los pantalones. Mi miembro duro como roca pide que me hunda en ella.

Se quita la ultimas prenda quedando totalmente desnuda, moví los dedos señalando que se acercara a mí. Lo hizo, se acercó de manera sensual a mí. Cuando la tuve un metro ella se arrodillo y posó sus manos en mis muslos. Llevé mi mano a su mentón, alzándolo.

—Chúpamela—demandé.

Ella tragó grueso mientras sus ojos se oscurecían con lujuria. Llevó sus manos al cierre del pantalón y lo bajó. Sacó mi dura polla y se la metió en la boca, chupando con vehemencia. Tiré mi cabeza para atrás ante las sensaciones de sus labios y lengua jugando con mi polla como si fuera un dulce.

Llevé mi mano a su cabello, tirándolo con fuerza hacia mi polla, haciendo que la metiera toda en su boca. La saliva cubría mi verga, ella chupaba y succionaba mi glande mientras acariciaba mis testículos con su mano. Cerré mis ojos disfrutando de la excelente mamada que la rubia me proporcionaba.

Desde que la vi en el club supe que era buena en la cama, su cara gritaba que le encantaba follar y, que en definitiva, yo era su presa de la noche.

No diré que el cazador de la noche fui yo, cuando ella fue quien me cazó a mi. ¿Conjunto de encaje del mismo color? Respuesta clara.

—Suficiente—la detuve.

Ella con los ojos llorosos se separó de mí, limpiando su boca. Me paré del sillón y ella del piso. La miré a los ojos con dureza.

—A la cama, ahora—le dije.

—Como ordenes—dijo caminando a la cama, para luego acostarse en ella y abrir sus piernas, mostrándome su húmedo coño.

Caminé a ella y me acomodé en sus pies, sentado.

—Tu coño esta tan húmedo—dije pasando mi dedo por su ponto de placer.

Ella arqueo su espalda, soltando un jadeo.

—Dime lo que quieres—demandé tocándola con sutileza, sin realmente tocarla.

—Por favor—dijo.

—Dilo, ahora.

Ella levantó la cabeza de la almohada para mirarme con sus ojos suplicantes.

—Por favor, tócame.

Esbocé una sonrisa ladeada. El juego de ser el dominante es mi favorito y el que me gusta emplear. El poder de dominar el placer del otro me sube el lívido de sobre manera.

Acuerdos previos y tienes una sesión de sexo más pasional, desenfrenada y satisfactoria que las vainillas.

El BDSM es la práctica sexual que usa este juego. No es lo mío. Se necesita mucha educación para poder ser amo de alguien. No es un juego de niños.

Por eso prefiero el rol de dominante y receptora.

Mi dedo fue directo a su clítoris, masajeándolo en círculos. Mis dedos se resbalaban en su humedad, hundirme en ella será fascinante, con lo húmeda que está no le costará llegar al orgasmo.

—¡Oh!—gritó cuando aumenté la velocidad.

Mis dedos viajaron a su entrada e introduje en ella dos dedos, penetrándola con ellos, con fuerza mientras mi pulgar seguía con los movimientos en su clítoris.

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