CAPÍTULO 25

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SIN PIEDAD

HEAVEN

Las luces de las atracciones de Las Vegas se reflejan en el oscuro cielo mientras observo sin aliento la sonrisa en los labios de Demian. Sus labios rojos e hinchados, hinchados por mis besos. Es atrapante verlos.

El sonido de la puerta de metal siendo abierta de par a par nos hace girar la cabeza con brusquedad. Un carraspeo y acompañado de una corta risa rompe el silencio. En puerta, parado con las manos en sus bolsillos, está un muy divertido Zev mirándonos.

—¿Follar en la azotea? Jamás lo había pensado, pero ahora será mi nueva fantasía gracias a ustedes —su voz sarcástica muestra su clara diversión.

Quiero soltar una risa ante su comentario. Demian niega con su cabeza mientras mira a Zev con desaprobación.

—Hola, Zev. Pensé que tus fantasías incluían sangre, lágrimas y gritos —contrataco.

Zev se ríe y camina hacia nosotros. Jamás había detallado a Zev con detención, pero es jodidamente atractivo. La imagen peligrosa que proyecta junto con su atractivo lo deben hacer un imán para mujeres.

—Estas en lo correcto, Heaven. Mis fantasías tienen lágrimas y gritos, pero ningunos de dolor, más bien de placer —responde con seducción—. Aunque la sangre no es lo mío, no soy un jodido enfermo que se excita viendo sangre.

Me congelo de pies a cabeza, mi garganta se cierra, el oxígeno abandona mis pulmones y mis manos se empuñan con fuerza.

—Me gustaría ver tu piel llena de cortes...¡Joder, podría correrme solo con esto!... ¡Vamos, corazón, grita más fuerte, muéstrame cuanto te duele!

Recuerdos de esa noche, recuerdos que deseo con todas mis fuerzas borrar de mi mente. Lo que ese hijo de puta me hizo a mí, a papá y a mamá. Mi corazón es atacado por una punzada, como un maldito disparo en el, al recordar lo que le hizo a ella.

—¿Heaven? —la voz de Demian me trae a la realidad otra vez.

Parpadeo dándome cuenta de mi silencio y volteo mi cabeza hacia ellos.

—¿Estás bien? —pregunta Zev y asiento—. Por un momento parecía que estuvieras agarrando señal.

Suelto una carcajada. —Sí, Zev, estoy bien.

No, no lo estoy realmente, no hasta matar a ese hijo de puta. No estaré bien hasta ver su sangre correr por su cuerpo y deleitarme con ella. No estaré bien hasta verlo rogarme por piedad, hasta verlo retorciéndose en el piso como el puto gusano que es. No estaré bien hasta arrancarle el puto corazón a ese bastardo, no hasta hacer que Eloy pague cada segundo de esa noche, no hasta que pagué cada grito de mis padres, no hasta que pague la muerte de ellos.

Quiero ver mis manos manchadas con su sangre.

—Demian —habla Zev cambiando su semblante—, tenemos el celular de Hope, ya sabemos a quién recurrió para comprar —anuncia.

Las facciones de Demian se endurecen al instante.

—¿Quién? —espeta con una voz ronca.

—Iker Morin —responde.

Demian maldice con suma rabia, como si fuera controla por esta, poseído por esta.

—Vamos —demanda pasando de nosotros—, le voy a meter una puta bala en cada parte de su cuerpo, este hijo de perra no verá la luz del día otra vez.

Caminamos hasta la escalera. La rabia, la sed de venganza de Demian es palpable. Demian no es solo el jodido rey de la mafia, es un asesino a sangre fría, Demian es la puta parca de Las Vegas.

EFÍMERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora