CAPÍTULO 52

5.9K 558 212
                                    

A TU LADO

HEAVEN

42 HORAS ANTES

EDIFICIO HIRST, LAS VEGAS.

La manecilla del reloj marca la hora cuando subo la mirada: seis de la mañana en punto. Relajo mi cuerpo, estirándome y soltando un suspiro, llenándome de energía. Aún tengo tiempo antes de tener, obligadamente, que irme del penthouse, así que no me apuro a la hora de guardar mis pertenencias en las maletas.

No he dormido un carajo esta noche.

Después de dejar a Franco en departamento de Kilian y desearle suerte, solo llegué a casa para hacer mis maletas y en eso he estado desde entonces.

Las ojeras bajo mis ojos son la prueba viviente de ello. Aunque prefiero tener estas ojeras a los moretones que durante unos meses adornaron mi rostro después de las peleas en los clubs.

Pienso en todas las veces que tuve que maquillarlos para que no fueran tan notorios y, es que, joder, parece que amo meterme en peleas clandestinas.

"El dolor te hace sentir vivo"; Quizás es mi manera de evitar sentir dolor mental y traspasarlo al físico.

Cuando el dolor psicológico es tan desgarrador, sentir dolor físico es como un efecto placebo. Callas los gritos dentro de tu mente por unos segundos, minutos u horas y realmente no importa cuanto dure mientras se callen.

No profundizo más en ese pensamiento, lo dejo ir. No es momento para pensar estas mierdas, no cuando estoy a horas de encontrarme con Nicholas Eloy. Mis pensamientos no deben salir de ese hecho.

El equipo ha ideado un plan para cuidar de mí mientras esté con Eloy, pero es mi trabajo idear un plan para hacerlo caer. Porque no importa si el equipo da todo de sí mismos, si yo no logro hacer que Eloy se trague mis mentiras y caiga en mis juegos, no servirá de una mierda todo su esfuerzo.

Ellos confían en mí tanto como yo en ellos. En mi mente la palabra "fracaso" no existe.

Porque porto en mi nombre el apellido O'Niell, porque soy una O'Niell; una guerrera y una maldita diosa. Alzaré sin vergüenza el apellido de mis padres cuando con orgullo le recuerde al mundo quienes fueron mis padres y quien soy yo ahora para ellos; Su maldito karma.

—Espero que estes pensando en mí. —me sobresalto en la cama, rebotando en el colchón. Llevo mi vista a la puerta de mi habitación y miro a Demian apoyado en ella, mirándome— Digo, ya que llevas unos cinco minutos mirando al suelo fijamente, imagino que es porque estás pensando en mí.

Suelto una risa llena de sarcasmo, guardo las últimas prendas en la maleta antes de cerrarla, y bajarla al suelo. Levanto mi mirada, tomo la maleta y comienzo a caminar hasta él. Cuando mi hombro queda al lado del suyo, giro mi rostro y alzo la vista hacia él.

—Creo que el que está pensando en el otro eres tú, Demian. Si no es así, entonces, ¿por qué estás en mi departamento a las seis de la mañana, jefe? —le regalo una sonrisa ladeada cuando él se queda en silencio— Eso pensé.

Sigo mi camino hasta la sala, donde las demás maletas yacen juntas al lado del gran sofá.

—En realidad, Heaven, estoy aquí por un favor que le estoy haciendo a Dimitri. —comenta Demian y me doy vuelta. Veo como saca un sobre del maletín en su mano y lo alza, entregándomelo. Lo tomo sin entender qué es y decido abrirlo— Me pidió que te entregara esto. Dentro del sobre está toda la información que él pudo obtener de ese tal Kim Kai y su hermana.

Mi corazón salta, mis manos pican y termino de abrir el sobre con rapidez para sacar su contenido.

—Mierda, Dimitri es un puto genio. —afirmo, leyendo algunos fragmentos de las páginas.

EFÍMERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora