EFÍMERO

CAPÍTULO 39

HERIDA ABIERTA

HEAVEN

Silencio, completo silencio en el mismísimo segundo en el cual River levanta la grabadora de voz que utilicé ese día en el club Inferno. Ese día que conocí a Demian, el día que me uní a la mafia más peligrosa y dominante de toda Las Vegas.

La prueba que en su momento creí crucial para mí yace en las manos de mi hermana. La prueba, que hoy no sirve para un carajo, ahora parece un arma apuntando hacia mi pecho.

¿Cómo carajos llegó a las manos de River? La traje conmigo cuando me fui del departamento ¿Verdad...?

Por favor, dime que no la olvidé.

—¿Dónde encontraste eso? —fue lo único coherente que pudo salir por mi boca y al parecer, fue lo único que pudo hacer que River se molestará aún más.

—"¿Dónde encontraste eso?" —se ríe como si no pudiera creerlo, fuera de sí misma—. ¿Es lo único que dices, Heaven? "¿Dónde encontraste eso?" —me quedo en silencio, mirándola fijamente—. Lo encontré debajo de una puta madera del suelo, Heaven. Madera que, si no hubiera pisado y roto, no hubiera descubierto esta mierda —puta mierda. ¿Cómo pude ser tan imbécil de olvidar la grabadora? ¿El destino es tan hijo de puta como para que justo esa maldita madera se haya roto? —. ¡Di algo, Heaven! ¡Maldita sea! ¡Dime que escondes! ¡Explícame que es esto y qué es lo que sucede en la cinta! ¡Explícame algo antes de que me vuelva más loca de lo que ya me estoy volviendo!

Los gritos de River son bastante fuertes y resuenan en todo el maldito penthouse. Podría hacerme vacilar en mi ceño, pero no lo hace, sigo mirándola con la misma seriedad. Sin denotar ningún sentimiento más que el neutro.

No voy a vacilar ante River. ¿La verdad? La verdad es que ella no tiene ningún derecho a pedirme explicaciones sobre mi vida de adulta.

—Mis asuntos no son de tu incumbencia, River —digo con firmeza.

River se ríe como si lo que hubiera dicho pareciera una estupidez.

—¿No son de mi incumbencia? ¿Eso dices? —pone play en la grabadora y maldigo internamente cuando escucho toda la conversación, imposible de negar, sobre la mafia en La Vegas—. ¡Heaven dame una maldita explicación coherente a todo este jodido circo que estoy creando en mi mente! ¡Estoy aburrida de ti y tus excusas!

¿Qué puedo decirle? ¿Qué puedo inventar para que se vaya del penthouse tranquila? ¿Qué puedo decir para que de una puta vez me deje descansar?

—Es parte de mi trabajo como periodista. Nada más. Es confidencial, no puedo decirte más sobre ello —miento sin titubear en ninguna silaba.

River suelta una carcajada.

—¿Tu trabajo? ¿Vas a mentirme en la cara? —su mirada examina toda mi casa—. Tu trabajo como periodista te dio lo suficiente como para comprarte el departamento más costoso del mejor edificio de Las Vegas, ¿eh? —River se acerca—. ¿Cuándo te volviste una excelente mentirosa, Heaven? ¿Cuán comenzaste a mentir tan bien?

Las cadenas se rompen y lo dejo salir.

—Cuando comenzaste a actuar como si fueras mi maldita sombra, River. Desde el minuto que te metiste en mi vida privada comencé a mentir para dejarte a ti y a tu maldita conciencia tranquila —escupo, dejándola atónita.

Lo que aplacé por años llegó a tocar mi puerta con una maldita hacha.

—¿Meterme en tu vida, Heaven? ¡Tuve que cuidar a una menor de edad sola! ¡Tuve que convertirme en adulta antes de tiempo para que fueras una adulta correcta! ¡Tuve que dejar de lado mi vida para cuidarte! ¡Disculpa si aun me preocupo por ti! ¡Disculpa si tuve que meterme en el papel de madre para...! —grita y la callo.