CAPÍTULO 13

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DESEO

HEAVEN

Doy los últimos toques a mi maquillaje, bañando mis labios en un rojo intenso que hace que mis labios se vean más carnosos. Termino de maquillarlos y guardo el labial en mi cartera. Giro mi cabeza a la silla y veo la nueva peluca que compre. Perdí mi antigua peluca en Inferno, cuando me drogaron y recibí esa golpiza.

Levanto la peluca y la cepillo con mi mano: color negra azabache y corta. Cojo una bolsa de plástico y le meto dentro. No puedo salir de casa con la peluca, River está en la sala con Iván y no puede verme o sospechará.

Cuidar mi identidad...

Es lo que debo hacer hasta que ya sea imposible ocultarla. Siendo discreta es la única manera en la cual puedo cuidar a River y Kilian, no debo ser descubierta tan pronto. Aunque Demian cumplió su palabra y hombres cuidan de ellos las 24 horas.

Camino hacían la cama, donde yace mi vestido y mis armas. El vestido practico y adecuado para la situación. Lo levanto y observo embalsamada. Es de color negro, tiene un escote estilo corazón que deja ver mis hombros al desnudo y en la parte de abajo lleva una abertura que muestra mi muslo derecho.

Me pongo el vestido con cuidado y levanto mi pierna izquierda a la cama, tomo la tobillera y lo abrocho, reviso que este bien puesto y levanto los cuchillos de la cama para guardarlos en esta. Bajo mi pierna y levanto la otra, donde lleva la abertura. Miro a la cama y veo la pistola negra.

Muerdo mi labio y me acerco a la pistola con cuidado. La tomo entre mis manos y trago grueso, Megan tenía razón...

—¿Qué es lo que sabes?—pregunta Meave.

—Sé cómo disparar, mi puntería no es la más profesional, pero sé arreglármelas.

Megan asiente y se acerca a mí.

—No te enseñaré con casco, Heaven. En este mundo el sonido de las balas es tan normal como follar, debes saberlo.

Muerdo mi labio. El sonido de las balas... siempre lo he odiado.

—Entiendo—respondo.

Megan me mira detenidamente, como si me estuviera analizando con cuidado.

—Lo primero que te enseñaré es como desarmar a alguien—habló.

—¿Qué?—preguntó Meave—. Demian pidió que le enseñamos a mejorar con las pistolas lo antes posible.

—Sé perfectamente lo que Demian pidió, Meave, pero yo soy la que decide que es mejor, yo soy la maestra acá—se gira a mí y me regala una sonrisa—. Heaven no está preparada para disparar.

Mis ojos se abren con sorpresa.

—¿Qué...?—pregunto.

—Lo veo en tus ojos, Heaven. Son muy expresivos, puedo ver en ellos lo que sientes con facilidad. No tomaste el arma cuando te la extendí—mierda, no sabía que era tan fácil leerme—. Le temes a algo, algo que no te dejará usar todo tu potencial. Para tomar la pistola de mi hermano primero debes superar tus miedos.

Mis miedos, mis traumas.

El sonido de los disparos me persiguió por años, me aterrorizó contantemente en mis sueños. Ese sonido por un tiempo fue mi peor demonio.

Aprendí a disparar gracias a papá, le gustaba ese tipo de cosas y tenía su propia arma en casa. La curiosidad de aprender nació a mis catorce años, River nunca estuvo interesada en armas. Ella tenía una posición clara respecto a las armas. "Quiero salvar vidas, no interesa saber usar algo que las quita" y como la mierda que tenía razón.

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