CAPÍTULO 14

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ÉXTASIS

HEAVEN

Mi mente gira sin control, tratando de procesar lo que está sucediendo. Follé para no caer en la tentación llamada "Demian", pero no sirvió una mierda.

Aquí estoy, otra vez, deseándolo como si fuera el ultimo hombre en la tierra.

Su mano suelta las mías, dejándolas en libertad. Su boca cierne contra la mía, devorándome sin piedad, en movimientos implacables. Sus manos viajan al escote de mi vestido y en un movimiento repentino lo baja, soltando mis tetas.

Jodida mierda...

Sus labios abandonan los míos lentamente, tirando de mi labio inferior con sus dientes. Su mano viaja a mi pelo y tira de la peluca, mi cabello cae como cascada en mis hombros. Baja su cara a mi cuello con rapidez, de mi boca se escapa un jadeo cuando siento sus labios en mi cuello, pasando su lengua por este, dando pequeñas mordidas y trazando un camino directo a mis pechos.

Arqueo mi espalda cuando siento su boca en uno de mis pezones, saboreándolo y su mano en el otro, apretándolo. Suelto un sonoro gemido que retumba y muere en las paredes de la sala. Mi respiración es errática, Demian chupa una y otra vez, mojándolo con su lengua y le da una pequeña mordida mientras con su otra mano aprieta mi otro pecho.

Todo esto solo hace que mi coño se moje aún más con mis fluidos, las descargas de placer me quitan la poca cordura que me quedaba y sucumbo al placer. Muevo mis caderas contra las suyas, buscando aliviar la necesidad que crece en mi húmedo y caliente coño. Lo necesito ahí, necesito sus dedos ahí.

Como si escuchara mis pensamientos baja su mano hasta la abertura de mi vestido y separa la tela, adentrándose en mis piernas. Siento sus dedos rozando lentamente por encima de mis empapadas bragas, sin soltar mis pechos. Cierro mis ojos sintiendo sus caricias, pero los abro desmesuradamente cuando siento como tira de mis bragas y las rompe con brutalidad.

—¡Demi...!—intento hablar para reclamar, pero las palabras mueren en mi boca cuando siento su dedo adentrándose en mis húmedos pliegues.

—Cállate —demanda mordiendo mi pezón.

En otra ocasión lo hubiera mandado a la mierda por hacerme callar, pero ahora mismo me importa un carajo si lo hace.

Su dedo acaricia mis pliegues lentamente, sin llegar a mi clítoris, torturándome. Muevo mis caderas hacia su mano, incitando, casi rogando, que vaya a ese lugar y aumente el ritmo.

Suelta una risa arrogante ante mi acción y levanta su cara para mirarme.

—¿Qué sucede, Heaven?—dice contra mi boca.

Jadeo cuando su dedo índice toca mi mojado clítoris, moviéndolo despacio contra este, sin un ritmo claro. Me vuelve loca que no vaya directo al punto, que no aumente el ritmo, que me deje de esta manera.

—Más rápido —pido, mirándolo a los ojos.

Su mano deja mi pecho y viaja a mi cuello, apretándolo.

—Ruega—su voz ronca me estremece—. Ruégame, Heaven.

Está jugando conmigo, vengándose de mí. Mi orgullo se ve profundamente afectado, jamás le rogaria a alguien por sexo, jamás, ellos me ruegan a mí, no yo a ellos. Pero ahora mismo se siente como si fuera a morir si él parara y me dejara aquí: Con mi intimidad palpitante, húmeda y con los pezones erectos.

Mentiría si dijera que su intento por dominarme no me causa nada. Solo en estas circunstancias tolero su dominio hasta cierto punto.

—Deja de torturarme y dame lo que quiero, Demian —digo, en un susurro con mis ojos cerrados.

EFÍMERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora