CAPÍTULO 53

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TENTANDO AL DEMONIO

HEAVEN

2 HORAS ANTES

JÖEL ROBUCHON, LAS VEGAS.

El famoso restaurant elite de Las Vegas se alza frente a mí, elegante e imponente. El nombre de este se alza en la gran pared de mármol. Los Valet se posan a los lados de la gran puerta, esperándonos mientras nos miran fijamente.

Mis tacones suenan mientras camino, mi vestido de seda color vino tino se ajusta a mis curvas a la perfección hasta llegar a mi muslo, donde termina, llamando la atención de los presentes. El escote en forma de corazón le da ese toque sensual que buscaba tener.

Elegí este vestido únicamente por él; por Eloy.

Dimitri investigó el tipo de mujer que a él le gusta, la personalidad ideal que a él le atrae y cuál es el patrón que sigue a la hora de elegir mujeres. La ropa, el color, la tela, todo. Todo fue planeado para llamar su atención y hacerlo caer ante mí.

Pretendo satisfacer cada uno de sus caprichos, deseos, esta noche, que vea en mí lo que tanto ha buscado en una mujer y le sea imposible no caer en mis juegos. Seducirlo, complacerlo, son mis objetivos de esta noche y no saldré del hotel hasta cumplirlos.

Alzo mi mirada hacia la entrada cuando llegamos a ella, los valet abren la puerta y nos hacen una reverencia mientras nos dejan pasar. Cruzo el umbral aun siendo llevada del brazo por Eloy.

Al entrar veo el lugar y lo analizo con rapidez, ya que mi atención es robada. Los tonos morados, lilas, negros y blancos hacen una mezcla muy visual a los ojos de cualquiera. Los adornos dorados le dan el último toque de elegancia para hacer el lugar perfecto.

Pero, no son las paredes de tela fina ni los adornos, mesas, sillas o manteles, los que llaman mi atención. Es otra cosa, un hecho imposible de ignorar y es que no hay nadie en el maldito lugar más que nosotros tres.

Frunzo mi ceño, es anormal que el restaurant más visitado de Las Vegas por los turistas esté vacío, aun siendo un día domingo. El Jöel Robuchon es un restaurant conocido por siempre estar hasta el tope de gente, sea día domingo o de semana.

—Señor Collins, señorita Young, bienvenidos al Jöel Robuchon, es un placer y honor tenerlos esta noche con nosotros. —nos saluda un mesero, haciendo una reverencia— Su mesa está lista, si gustan en seguirme.

Eloy se gira para mirarme, cambio mi expresión de inmediato y lo miro, con una sonrisa en mis labios.

—¿Vamos, Rae? —pregunta él, posando su mano en mi brazo.

—Sí, Nicholas. —respondo.

Caminamos detrás del mesero en silencio, aun con mi brazo rozando el suyo, sintiendo su calor en la piel desnuda de mi brazo. Subimos hasta la segunda plana, la cual también está completamente vacía y nos adentramos en pasillo largo, ancho y muy bien iluminado.

El diminuto micrófono en mi oído se enciende mientras camino al lado de Eloy.

—Heaven —reconozco su ronca y atractiva voz al instante—, Dimitri está conectado a las cámaras de todo el lugar. Cualquier movimiento en falso y te sacaremos de ahí. —siento la seguridad llenarme—. No lo olvides, te estamos cuidando.

Levanto mi mirada hacia la cámara en la esquina del techo y asiento sutilmente sin que mi acompañante se dé cuenta de esto.

Vuelvo a admirar el pasillo, las paredes están tapizadas con un hermoso terciopelo color morado, con cuadros y unos candelabros como adorno.

EFÍMERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora