CAPÍTULO 55

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APARIENCIAS ENGAÑOSAS

HEAVEN

Me caigo, me levanto y sigo mi camino sin mirar atrás. Mi lema, mi fuerza, mi coraje, mi valentía. Todo lo pongo en juego con tal de no volver al inicio. Sigo avanzando aún cuando mis rodillas sangren de tantos golpes que me he dado contra el piso.

Podré caerme, golpearme, arrastrarme en el suelo, pero jamás volveré al inicio.

Me levantaré del suelo, me limpiaré el polvo, secaré mi sudor y lágrimas, y seguiré adelante con mis convicciones puestas como meta. Aún si dejo un camino de sangre tras de mí, no me detendré. Aún si mis heridas se abren en cada paso que doy, no dejaré que eso me detenga.

Soportaré el dolor, la furia, la tormenta y al maldito universo si es necesario, pero jamás daré marcha atrás. No me rendiré ante nada ni nadie. Porque mi armadura es más fuerte de lo que ellos piensan.

Porque no les daré la satisfacción de verme en el suelo, ante ellos, otra vez. No permitiré que se vuelvan a mofar de mi nombre y apellido. Seré yo la que los obligue a besar mis tacones y rogar por mi piedad. Seré yo la que se mofe de ellos y vengue las vidas, y la sangre, que derramaron frente a mí.

Porque yo no soy una princesa, soy una jodida guerrera. Porque yo no estoy en peligro, yo soy el puto peligro del que deben correr, temer y esconderse.

El imperio de Nicholas Eloy terminó en cuanto me levanté del suelo y el mío, mi imperio, está por comenzar. Me impondré ante el mundo entero sin temor alguno.

La alarma de mi teléfono suena en la mesita de noche. Camino hacia ella para apagarla y dirigirme al baño para dar los últimos toques a mi maquillaje antes de salir y conducir a la editorial, donde Irene me espera para una reunión.

Han pasado dos meses y medio desde que Irene me dio las llamadas "vacaciones" y, aunque se podría decir que las disfruté, seguí enviando por correo a la editorial algunas exclusivas para ser publicadas en la revista.

Y, digamos que, ser parte del crimen organizado te da las mejores exclusivas con rapidez, porque eres parte de ellas.

He trabajado desde casa, aprovechando el tiempo lejos de las misiones del equipo por el plan que estamos llevando a cabo. La idea de quedarme todo el día haciendo una mierda era algo que me lograba ahogar de sobremanera.

No hacer nada, cuando toda mi vida he hecho algo, no es lo mío.

Pensándolo bien, ya volví a mi trabajo, al entrevistar a Eloy firmé mi regreso a la editorial. Lo único que no he hecho es ir a la editorial de manera presencial para cumplir con los horarios establecidos.

Pienso en mi oficina y me pregunto si la habrán mantenido limpia en mi ausencia, no he pisado ese lugar en un buen tiempo.

Tomo los guantes de cuero negro del mueble y alzo mi mano izquierda para ponérmelos. Mi vista cae a mis manos al recordar mi primera reunión con Eloy, al recordar el desprecio y asco que sentí y como no pude controlar el impulso de mis emociones descontroladas por la rabia.

Las pequeñas cicatrices en la palma de mis manos muestran que esa reunión quedó marcada en mí piel y no solo en esta. Porque debajo de estas cicatrices más grandes y profundas se esconden.

Cada encuentro que tengo con él me deja una nueva cicatriz, mi cuerpo está lleno de estas.

Salgo del baño cuando termino de bañar mis labios con un tenue rojo, dándole una forma bastante llamativa y camino hasta la sala, donde tomo mis pertenencias. Antes de salir por la puerta principal miro por la ventana.

EFÍMERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora