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Diciembre, 1980
La vida se conduce usualmente por reglas y leyes. Incluso por teorías que no han sido confirmadas, pero, que, a la larga, muchas de ellas salen verdaderas luego de largos y largos estudios que comprueban la hipótesis en proceso.
Lily no era alguien que se especializará en estudios matemáticos, astrológicos o físicos. No era científica y tampoco le interesaban esas cosas. Por ende, no sabía claramente que la vida tenía sus reglas y una de ellas era la regla de los destinados o de las almas gemelas. No importaba la forma en que se le llamará, eso era una regla.
"Entre más resistencia exista, más frecuentes serán los encuentros".
Algunas personas tenían la creencia de que incluso existían reglas para las almas gemelas. Unas decían que solamente había una, pero otros comentaban que había más. Fuese una o varias, se sabía que una era la real. Y la regla era: no importa el tiempo de distancia, eventualmente están destinados a encontrarse.
Lo que los astrólogos o espiritualistas, o quien fuese que estudiara la unión amorosa entre dos personas, decía que no importaba cuando dos personas destinadas se alejaran, de alguna forma nuevamente estarían en un inicio encontrándose. Y que, entre más buscarán alejarse, más se encontrarían. No importaba si pasaban meses sin verse o años, ellos eventualmente coincidirían en un punto y se volverían a ver.
Algunos decían que era la atracción de las mismas almas, como meramente fusiona el hilo rojo en el concepto de la leyenda japonesa. Seguro, o quizá era una hipótesis por comprobarse, Martín sentía la atracción hacia Lily, como era hacia él.
Lily y Martín eran la graficación de esa regla. Volverían a verse porque ellos estaban unidos. De alguna forma lo estaban y por eso coincidieron por mera casualidad esa noche de año nuevo.
✿
—Me frustra pensar que apenas voy terminando mi primer año de los seis que aún debo realizar. — Nathan continuaba con su monólogo.
La vista de Lily estaba sobre el chico de cabellos rojos que le veía. Era como si necesitaran caminar cerca del otro y gritarse lo mucho que ambos provocaban dentro del otro y sobre todo lo mucho que les molestaba que su interior reaccionara de esa forma frente al opuesto.
Había como un volcán a punto de hacer erupción entre ellos, luego, estarían dispuestos a quemarse de la forma que fuese, pero necesitaban del otro.
Martín veía a Lily estar parada al lado del chico. Le veía su cabello suelto y su enorme abrigo negro. Sus pantalones acampanados y sus botas de frío. Ella lo veía de pies a cabeza. Gracias a las luces colgantes de arriba, ambos podían verse con claridad.
Aquella noche, Lily sentía una presencia dominante de parte de Martín. No se veía como ese chico calmado. No tenía la postura relajada que siempre cargaba dentro de la biblioteca. En absoluto. Esa noche él se veía diferente.
En realidad, la veía de forma diferente.
Podía sentir como la mirada clara del chico era un poco más profunda que los demás días. Era penetrante que ella conseguía sentir como recorría su piel, como si de alguna forma le pudiese ver los secretos ocultos que ella tenía dentro. Esos que nadie sabía.
Como si entre todos los monstruos pudiesen conocerse.
Sentía como si la mirada de Martín pudiese ver debajo de su ropa. Ver dentro de ella lo que solo ella sabía. Aseguraba que verlo le hacía pensar de nuevo en su pasado y sobre todo en que sería su vida el año entrante. Le hacía pensar sobre su futuro y sus sueños.
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Calcomanie (Décalcomanie 1)
Romance¿Me creerías si te dijera que el hilo rojo no es lo único que destina a dos personas? En una localidad al sur de Francia. En la década de los ochenta, vive Lily Diallo una joven con el sueño frustrado de ser escritora. Todos los meses compra un nuev...