[Aviso: este capítulo contiene contenido sexual. Leer con discreción]
36
Enero, 1982
Las manos de Martín dejaron de estar en su rostro y de la forma más lenta fue bajando hasta quedar sobre sus caderas, con cuidado bajó más hasta dejarla sobre su trasero y darle un ligero apretón. Sintió como los dedos de ella se le enredaron en su cabellera, tirando al mismo tiempo como respuesta a su acción.
Sus respiraciones eran un poco descontroladas. Los besos húmedos estaban por todo el cuello de Lily haciéndola sentir extraña, pero de maravilla. Martín la estaba enloqueciendo con las mordidas que le dejaba en esa zona lechosa de su cuello.
El cuerpo de Lily se acercó más al de Martín por instinto. Como si fueran dos masas en atracción, quizá algún imán. Buscando que sus cuerpos fueran uno solo, buscando más del calor que escapaba de cada poro de él. Necesitaba sentirlo con mayor intensidad. Que sus cuerpos se conocieran.
—Nicolás — dijo, en un suave gemido.
El tono, la forma y el momento en que Lily dijo su nombre hizo que algo dentro de Martín se descontrolara. Algo dentro de sí mismo le pedía reclamar. Tomarla de todas las formas que fuesen posibles. Quería llevarse todas las primeras veces de ella y con ello ser las últimas.
Sabía que no podría soltarla luego de que sus cuerpos se conocieran. Sabía que, desde ese momento, Lily se convertiría en ese dulce té imposible de no beber. Ella se convertiría en su postre favorito, en el amanecer que amaría ver o la manta en invierno que siempre buscaría.
Querría tenerla en su boca cuantas veces fueran posibles. Sabía que enloquecería, pero, Dios, sí que estaba dispuesto a enloquecer por ella.
—Lilian — susurró. —¿Puedo decirte una verdad?
La voz de Martín era un susurro descontrolado que buscaba entrar al cuerpo de Lily por donde fuese posible. Buscaba colarse tan dentro hasta que no hubiera forma de regresar. Tampoco quería hacerlo. Él no quería salir del bonito enredo en que Lily lo tenía. Quería quedarse ahí y nunca más irse.
Los labios de Lily buscaron los de él. Lo besó con exigencia hasta que a duras penas consiguió formular la respuesta entre pausas no deseadas.
—¿Qué verdad me quieres decir, Nicolás?
—Quiero hacerte el amor ahora mismo. Quiero que nos tengamos de todas las formas posibles. Por favor, quiero...
El dedo índice de Lily se presionó contra su boca haciéndolo guardar silencio. Martín estaba expectante a lo que fuera que estaba por suceder. Le vio una sonrisa y luego tomar distancia.
Con el corazón latiendo contra su pecho al punto de poderlo escuchar en su mente, vio como Lily levantó los brazos esperando por él. Le pedía que le quitase la blusa. Le estaba dando el permiso para que la hiciera suya.
Para que le hiciera el amor.
Ambos tenían el corazón en la boca. Con los nervios a flor en cada poro existente en su cuerpo. La luz en la mirada y con millones de mariposas revoloteando cercanas a su zona de placer, Martín tomó su blusa para poder quitarla.
Lily cerró sus ojos cuando la blusa pasó sobre su cabeza. Sus brazos cayeron tan pronto fue lanzada hacia alguna parte de la sala. Su pecho cubierto de ropa interior subía y bajaba frenéticamente. Sus brazos dieron un escalofrío, terminando como una risa atascada en su garganta cuando vio la forma en el Martín le veía su desnudes.
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Calcomanie (Décalcomanie 1)
Romance¿Me creerías si te dijera que el hilo rojo no es lo único que destina a dos personas? En una localidad al sur de Francia. En la década de los ochenta, vive Lily Diallo una joven con el sueño frustrado de ser escritora. Todos los meses compra un nuev...