¿Me creerías si te dijera que el hilo rojo no es lo único que destina a dos personas?
En una localidad al sur de Francia. En la década de los ochenta, vive Lily Diallo una joven con el sueño frustrado de ser escritora. Todos los meses compra un nuev...
Unos años atrás, Martín viajo con su tío a París. Fue un viaje por necesidad y no tanto por turismo, pero fue en ese mismo viaje que él se enamoró de lo que era la misma Francia. No tiene memoria si fue un lunes, jueves o miércoles, pero sí tiene memoria de lo que se le talló en la piel durante todo ese trayecto en París.
Visitó un observatorio por primera vez, tiene memoria de cómo se sintió acercarse al telescopio de círculo meridiano y poder ver el universo. Notar unos astros, la luna y termina cayendo en Venus. Para entonces, no había algo más que le hubiera arrebatado el aliento como esas imágenes de lo que nunca más volvería a ver en su vida.
Hasta ella. Se detuvo a ver a Lily ese día en la biblioteca, mientras dibujaba en su cuaderno, y no podía evitar mantener mucho tiempo la vista en el mismo, porque había algo en ella que le exigía verle.
Volteaba a verla de forma inconsciente porque le quitaba el aliento y, Martín, tenía claro que Lily debía ser algo más magnífico que los mismos astros y Venus, porque de no ser así, nunca le hubiera arrebatado el aliento desde el día que le vio lanzarse al fuego.
Lily ahora era los mismísimos astros y Venus de su mundo.
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