33

15 2 0
                                    

33

Diciembre, 1981

En el libro que Lily había leído hablaba sobre cómo las manos de las almas gemelas encajaban a la perfección. Decía que estas estaban hechas a la medida para encajar, ella creyó que cuando tomara la mano de su novio sentiría que había encajado de forma correcta, pero no fue así.

      Lily iba caminando a la par de Martín, con las manos entrelazadas. Ese invierno se sentía suyo. De ambos, pero sus manos no encajaban. Las suyas se sentían tan pequeñas entre las de él. No habían sido hechos a la medida, pero le gustaba como su mano se sentía con las de él. Le gustaba como los dedos de él alcanzan a acariciar su dorso y la hacía sentir menos sola en ese instante.

       Le gustaba saber que aunque las manos de él le pasaran varios centímetros de más, se sentían bien entre las suyas. A Lily le gustaba pensar que en ese instante quizá no eran almas gemelas, no habían sido hechos para el otro, pero se habían elegido.

        Entre millones de personas, Lily había visto a Martín y él a ella. Entre tantos lugares, rostros y variedad de personas, ellos se habían elegido y aunque sus manos no encajaran a la perfección, sus corazones sí.

       —Me preguntó qué tanto está pasando por tu cabeza, Lilian.

       —Los sueños. En cómo la sociedad nos arrebata la oportunidad de ser felices. Siento que cuesta levantarse luego de esos momentos y no lo sé. La vida algunas veces parece magia, pero luego se siente tan cruel. Llegó a creer que la vida es agridulce.

       —Una vez mi abuela me dijo que la vida es un equilibrio. Debemos pasar por momentos malos para que nunca olvidemos ser agradecidos, pero que también debemos tener buenos momentos para que no olvidemos el sentido de vivir.

       Lily dio una sonrisa, sintiendo a su vez un apretón en su mano.

        —Me gustaría conocer algún día a tu abuela, se escucha como una mujer muy sabía. A mí me hubiera gustado conocer a mi abuela, quizá así comprendería a mi mamá.

      —¿No la conociste?

      —No, había fallecido hace un año cuando nací. Crio los primeros años de Josephine, pero yo llegué algo tarde — confesó.

       —Nadie ni nada llega fuera de tiempo, Lilian. El universo tiene el secreto tan extraordinario de colocar todo en el momento justo. Ni antes, ni después, sino en el momento.

       Lily le dio una sonrisa nostálgica a Martín. Guardaron silencio para cuando llegaron a la cafetería que tenía forma de cabaña que estaba cercana al lago luego de que él se mojara. Había regresado a tener un poco de calor, pero le urgía una taza de chocolate caliente para terminar de nivelar su temperatura.

       Martín le abrió la puerta a Lily. Entraron rápido para poder abrigarse del helado viento. El lugar era pequeño y acogedor. Todo daba colores cafés como si estuvieran en otoño y no invierno. Tenía madera en sus costados y en el techo. Luces colgantes y una suave música de fondo con el aroma a cerezas, naranja y café.

       —Ve a buscar una mesa, yo compraré las bebidas — dijo.

       —¿Segura? Puedo comprar yo las bebidas. No me molesta hac...

       —Ve a buscar una mesa, Nicolás, otro día me invitas tú. 

Lily caminó a la mesa que Martín había elegido para ellos. Estaba en una esquina de la cafetería. Se había ofrecido a comprar el chocolate mientras él parecía hacer algo en su cuaderno de dibujo.

Calcomanie (Décalcomanie 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora