10
Enero, 1981
En la vida, Lily nunca creyó que algún día querría ser alguien más. Siempre se sintió cómoda consigo misma y con respecto de quien era. Algunas veces consideraba que no tenía nada que cambiar en ella. Eso fue hasta que él apareció.
Hasta la llegada de él nunca había dudado tanto en sus propósitos de año nuevo. Nunca había pensado en que quizá se sentía como si no fuese nadie, porque él era bueno en todo, era de la forma más sencilla de decirla, él se sentía perfecto y ella sabía que nunca podría llegar a ser como él.
Dentro de sí misma sentía que no importaba cuánto intentara, algo la seguía teniendo sujetada. Algo no la dejaba ser ella misma y esa era la diferencia que existía entre él y ella. Esa diferencia de la que se había percatado esa noche de año nuevo. Lo sabía y lloró más cuando se dio cuenta de que él lo veía.
Con sencillez, él veía debajo de su piel. Muy al fondo de su interior. Parecía que Martín podía ver bajo la capa de piel, carne y músculos de ella. Podía comunicarse con alguien dentro de ella, que seguro era ella misma, pero entre ellos se hablaban y él sabía bien que decir y en que momento hacerlo.
Eso le aterraba un poco para ser realista.
✿
La vista de Lily estaba fija en el ventanal de su habitación. Veía los copos blancos cubrir el pasto y la calle, a su vez los techos de los coches y casas. Algunas huellas plantares de lodo se pintaban dejando ver que alguien había pasado ahí.
La textura de la hoja de papel se sentía en la punta de sus dedos. Su vista dejó de estar en el paisaje blanco y llegó a la hoja de papel que estaba tocando. Pensaba una y otra y otra vez si debía intentarlo una vez más. Tener una pequeña esperanza de poder seguir lo que realmente le hacía feliz.
Sus manos pasaron por la montaña de hojas que tenía. Tomó un par de ellas y las levantó para poder llevar su vista y leer el número que estaba centrado en la parte de abajo. "350" marcaba el número. Pasó los dedos sobre esas hojas que eran alumbradas por la tenue luz de su mesita de trabajo.
Las palabras escritas formaban enormes párrafos. Formaban sentimientos y se detuvo en ese mismo que siempre que lo leía le apretaba su corazón. Le hacía picar sus ojos y querer más de lo que en ese tiempo podía.
«Le tengo miedo a lo que será de mí cuando elija ser feliz. ¿Acaso no soy más fuerte que mi mayor miedo?».
Lily deseaba poder decir que era más fuerte que su miedo. Que gritar a los cuatro vientos que lo que tenía escondido bajo la cama había sido creado por ella y nadie más, pero no podía permitirse pasar por lo mismo. Y encontraba más llevadero el guardar silencio y fingir a fuera de casa que ella soñaba con lo ordinario.
Dejó escapar un pesado suspiro. Por algún par de años revisó esa montaña de hojas para recordar cuando fue feliz y se sentía melancólica cuando lo veía. Sin embargo, ese año, luego de haber iniciado enero, sentía que la melancolía se había ido.
Había dejado sentir esa sensación en su pecho. Ahora una mirada clara con destellos era lo que aparecía en su mente. Ella pensaba en Martín en ese instante, lo pensaba y aquellas palabras dichas por él se le repetían una y otra vez.
"Deja de buscar hacer feliz a los demás, la idea de complacer a los ajenos debe pasar de moda y comienza mejor a complacerte a ti misma para que puedas ser feliz cuando seas grande y todo tu antepasado no esté en vida".
ESTÁS LEYENDO
Calcomanie (Décalcomanie 1)
Storie d'amore¿Me creerías si te dijera que el hilo rojo no es lo único que destina a dos personas? En una localidad al sur de Francia. En la década de los ochenta, vive Lily Diallo una joven con el sueño frustrado de ser escritora. Todos los meses compra un nuev...