38
Mayo, 1982
Lily revisaba con cada detalle la ropa que usaría ese día para el trabajo. Sí, para su suerte, había conseguido el trabajo de medio tiempo de la biblioteca. Había sido su primera entrevista en toda la vida, aun con eso lo había conseguido. Ahora, trabajaba hacía más de un mes en la misma biblioteca que su novio.
Los viajes de Martín cada vez eran más frecuentes y alguien debía quedarse ahí para no tener que cerrar, y aunque esos días eran un poco tristes, conseguía ver a Fleur mientras trabajaba. Para Lily eso se aguantaba, lo más importante era que cada quince recibía su pago y ahorraba dinero para poder estudiar en París.
Su madre aún no sabía que ella trabajaba, de hacerlo creía que tendría que escuchar el resto de su vida la forma en que la seguía decepcionando. Una y otra vez. Algo que ya no quería seguir escuchando y creyéndose de vez en cuando que quizá la señora Diallo tenía razón.
Bajó al primer nivel a tomar una manzana antes de irse. Entró a la cocina encontrándose a su madre cocinando para el almuerzo. Ninguna de las dos se dirigió alguna palabra. Pasaron completamente ajenas, como venía siendo desde un tiempo atrás.
Lily le dio un mordisco a su manzana mientras empacaba algunas galletas y refrescos en la lonchera. Ese día debía preparar la refacción para ambos. Era algo que ellos habían iniciado desde que ella se había incorporado al trabajo.
Acordaron que cada uno llevaría la refacción un día sí y un día no. Ese día era el turno de ella para empacar un poco de comida y pasar por otro poco de comida a los restaurantes rápidos. Cerró la lonchera y tomó de nuevo su manzana que había dejado a media isleta.
Caminó hasta la salida de la cocina, pero se detuvo cuando su madre le habló.
—Saldrás con Nathan, Lilian Marce — dijo.
Eso había sonado como una orden, no una sugerencia o pregunta. Lily se detuvo y se giró. Se quedó algunos segundos esperando a que su madre dijera algo más, en todo caso, que pudiera reformularlo para que sonase ahora como una pregunta, pero no sucedió.
—¿Es una orden? — preguntó.
Debía confirmar lo que era obvio.
—Lo es, yo ya avisé que has aceptado salir con él.
—No quiero salir con él. Yo te lo había dicho.
La señora Diallo ni siquiera vio a su hija, y Lily tampoco le sentó agradable ver como su madre seguía insistiendo por eso.
—Lo repetiré una vez más — se detuvo. —Saldrás con Nathan, y sí, es una orden.
Lily no dijo nada, no tenía pensado hacerlo, pero sí creía necesario decírselo a Martín para que él supiera que si ella salía con Nathan, no significaría nada en lo absoluto. Después de todo era su novio.
✿
Empujó la puerta con todo su cuerpo para poder entrar a la biblioteca. Había pasado antes por comida a un restaurante. Vio a Martín sentado donde mismo de siempre. Con su libreta en las piernas y un lápiz detrás de su oreja sosteniendo su cabello.—Bienvenido, ¿en qué puedo ayudarte?
Lily se detuvo de verlo. Estaba tan ensimismado en lo que hacía en esa libreta que no se había percatado en absoluto de que ella había sido quien había entrado a la biblioteca.
—¿Es así como le hablas a tu novia? — preguntó.
La mirada de Martín se elevó rápidamente. Dio un brinco de donde estaba mostrándole una sonrisa. Dejó a un lado las cosas que tenía en sus piernas al ver como ella traía cosas en las manos.
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Calcomanie (Décalcomanie 1)
Romance¿Me creerías si te dijera que el hilo rojo no es lo único que destina a dos personas? En una localidad al sur de Francia. En la década de los ochenta, vive Lily Diallo una joven con el sueño frustrado de ser escritora. Todos los meses compra un nuev...