capitulo 88

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••• Ilenko.

El agotamiento físico lleva al agotamiento mental y el mental al emocional. Siempre he sido un malnacido, pero ahora lo parezco más estando encerrado con mi mujer en las paredes de mi habitación donde solo he aceptado que la puerta se abra para darle paso a la bebida con la que la hidrato. No la he dejado salir y no pienso hacerlo, no aún.

He chupado su sexo tantas veces que la lengua me arde, su piel está enrojecida por los azotes y tiene mi olor impregnado, ya que llevo más de 18 horas con ella en la habitación que mantiene las cortinas cerradas mientras me la cojo a mi manera, disfrutando de ella como cada parte de su cuerpo la cual me pertenece y me reconoce como su dueño.

Lilith James es un ser condenado a mí, como yo estoy condenado a ella en algo tiene razón y es que de este juego solo se sale muerto por qué, así como yo no pienso soltarla ella tampoco a mi y sus palabras me lo dejaron en claro. La mirada mordaz la forma en la que me lo advirtió su mirada llena de maldad.

Siento la mirada sombría, el retumbe en el pecho y el exceso de saliva en mi boca mientras lidio con el placer del morbo que emerge cada que la veo indefensa y vulnerable como ahora, que tiene las manos sujetas atrás y la espalda contra mi pecho mientras la mía toca el cabecero de la cama con ella sentada entre mis piernas. 

Los muslos los tiene abiertos, envueltos entre las cuerdas que le doblan las rodillas, la cabeza le cae en mi pecho y la espalda se le arquea con las sacudidas del vibrador que tiene entre las dos piernas y que toca su clítoris moviéndolo también. Intenta soltarse, pero el nudo de sus muñecas no se lo permite y la soga que le rodean las piernas le limitan los movimientos. 

-Basta -ruega agitada- Detenlo.

Se ha corrido tantas veces que el cansancio se le nota hasta en la forma de hablar. El miembro duro se mantiene contra mi abdomen y paso los dedos por su abdomen deslizándolos a su monte de venus.

- por favor - suplica entre gemidos y dejo que mi aliento toque su cuello logrando que el orgasmo explote dejándola más débil de lo que ya estaba. Aunque no del todo su cuerpo está acostumbrado, no está cansada, no como lo quiero.

Es el tercero con el vibrador y la dejo contra la cama, las manos le quedan abajo y desencajo el aparato, el cual sale con un hilo de humedad. Suda, jadea y mi miembro se desliza dentro de ella erizándole la piel.

La suavidad de su canal engrandece mi polla y debo sujetar mis testículos evitando la eyaculación, cada que entro en ella es como si lo hiciera a la fuerza por muy mojada que esté.

Los choques mueven sus tetas, las cueles son voluptuosas, es lo que más me gusta de ella y la cara que pone, haría un maldito cuadro de ella, de mi diosa que recibe mi verga completa disfrutándola cómo toda una mujer, nunca antes habían soportado el tamaño de ella recibiéndola completa, pero ella lo hace y lo disfruta tanto que sus expresiones me lo demuestran.

Le doy, me aferro a la cuerda que tiene en los muslos atrayéndola a mí, follándola hasta que chilla y se corre de nuevo mientras yo vuelvo a apretar mis testículos evitando el derrame. Sigo hundiéndome con más fuerza, cuando me pide que le dé más duro le gusta el dolor y disfruto de dárselo como todo amo que soy disfruto marcarla y ver su mirada cargada de lujuria, esa mirada que me vuelve loco.

Me mira pidiendo la clemencia que no le doy y sigo desatando el siguiente orgasmo que la atonta, dejándola semi inconsciente en la cama.  No puede más, las palabras se le dificultan y tomo la navaja que rompe las cuerdas que la atan.

Está cansada, pero sigue pidiendo más y la complazco con gusto desatando la tanda de empollones que la hacen voltear los ojos cuando se corre otra vez.

Su voluntad está en el piso, su mente débil y me acuesto a su lado atrayéndola a mi pecho, estira las piernas y las meto entre las mías, permitiendo que pose la cabeza en la almohada mientras dejo que se recomponga por un par de minutos. Sus latidos son sonoros y peino su cabello negro con los dedos. Es perfecta, malvada, pero hermosamente perfecta.

Gemelas JamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora