CAPITULO 27:

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MONI Y ANDREW EN MULTIMEDIA

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Cuando el llanto se acabó y solo quedaron los temblores, me atreví a mirarlo. Sus brazos alrededor de mi como en una fortaleza. Los dos sentados en el suelo por el cansancio de las rodillas. O bueno... yo en sus piernas, sin querer que me soltara. Parecía una niña pequeña y me sentía tan, tan a gusto con mi mejilla en su pecho caliente, que no deseaba apartarme ni en un millón de años.

—Perdón—susurré.

— ¿Por qué?—su voz fue un murmullo dulce, mientras removía con el pulgar la última de las lágrimas de mi mejilla.

—Por derrumbarme de esa manera tan patética—frunció el ceño solo un poco.

—No es patética, y tampoco tienes que disculparte de nada. Está bien llorar, está bien pedir ayuda.

—No podía soportar más, tantas emociones encima—balbuceé—y cuando me miraste con tanta dulzura...—me flaqueó la voz y escondí mi rostro contra su pecho.

Me estrechó más fuerte.

—Me preocupaste. Llevas días evitándonos a todos. Encerrándote en una burbuja negra y temiendo hasta la luz del sol...

—Adolfo está aquí—mi voz fue casi inexistente.

Como si temiera que las paredes escucharan.

— ¿En los Ángeles?

—Es lo más probable. Mi amiga Flor se enteró por conexiones cercanas.

—Mierda—masculló.

—Por eso me encerré tanto en mi misma. Porque no quiero que me encuentre, ¿entiendes? Me... me aterroriza pensar que pueda hallarme. Porque sé que va a matarme. Porque volverá a golpearme como lo hacía—cuando mis manos empezaron a temblar, las sostuvo contra las suyas para calmarme.

—No lo hará—dijo muy convencido.

— ¿Cómo lo sabes?

—No dejaremos que te ponga una mano encima. Estarás escondida aquí en el hotel, y a donde salgas será acompañada, no sola. Notificaremos a la policía y...

— ¡NO!—grité y el calló—no podemos hacer eso.

— ¿Por qué no?—casi quise huir y él no me dejó.

—La policía no hará nada. Créeme. Ya lo denuncié y solo le dieron una advertencia.

—Pues volveremos a presionar—volví a negar—Mónica, estamos hablando de tu seguridad.

—La policía no. Por favor—junté las manos en actitud de súplica.

Me miró preocupado, pero al final claudicó.

—Está bien. Por ahora no. Pero si piensas salir del hotel lo vas a informar. Nunca sola.

—No saldré sola. Lo prometo—susurré.

Él se quedó pensativo un momento y después pareció prendérsele el bombillito.

—No quería pedirte esto, porque sé que te incomoda recordar el pasado. ¿Pero tienes alguna fotografía de tu ex marido? Podría servir para mantenerla en el hotel y que nadie lo deje entrar.

—Yo no la tengo. Pero estoy segura de que Flor podría pasármela—asintió.

—Pídesela y me la mandas. Así la cara de ese hijo de puta no se me olvidará—me apartó unos cabellos del rostro— ¿te encuentras mejor?—moví la cabeza en una afirmación.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora