Cerré la puerta tras de mí, escuchando solo silencio, luego de tanta algarabía de hace unas horas.
La fiesta de compromiso había terminado y mientras yo me retiraba para cambiarme, ya que pasaríamos la noche en la mansión, por lo lejos que estábamos del hotel, Andrew despedía a los últimos invitados. Me había retirado dando la una de la mañana, luego de ayudar a Holly a dejar a la pequeña en uno de los cuartos. Y ahora solo quería descansar. Mañana ya sería todo diferente. Quizás hasta podríamos ir a la playa en solo dos pasos.
Encendí la luz y miré el cuarto, que horas atrás, Andrew me dijera que era el suyo. El que tuvo antes de alejarse de sus padres. La cama en el centro de la habitación, un balcón con vistas al patio, en el fondo; y una inmensa biblioteca del tamaño de dos muros y del suelo al techo. Era elegante, masculino, y aun así, tan alejado del mismo patrón de decoración del resto de la casa. Como si hasta en eso quisiera reflejar su rebeldía y rabia para con sus padres. Como si así les mostrara que ni en su habitación que permanecía intacta, tendrían control sobre él. Yo no había sido la única con un pasado tormentoso. Con noches sufriendo y emociones escondidas en el pecho de las que nunca le hablé ni hablaría a nadie. Excepto a él... porque me entendía. Aunque nuestros caminos fuesen diferentes. Andrew me había entendido. Sabía lo que era sufrir en silencio, ser maltratado tanto física como emocionalmente por quienes antes querías.
Sabía lo que era la soledad.
Despacio, caminé cerca de los estantes contemplando cada libro. Los títulos – muy pocas novelas, todo de negocios – y portarretratos esparcidos aquí y allá. En cada uno hallé un pedacito de mi Andrew. Del niño de cinco años antes de acabar en la casa de los abuelos, y que parecía adorar los dinosaurios, por la cantidad de juguetes de ello que salía en las imágenes. Pero tambien del adolescente que a su regreso de ese lugar cambió por completo. Con porte ya de hombre maduro, y ausencia de la alegría infantil que tenía en las anteriores. Se me arrugó un poco el corazón al ver que hasta el brillo de sus ojos ya no estaba. ¿Qué tanto daño le habían hecho sus abuelos y la ausencia de sus padres, en esos años de la granja? ¿De qué manera me le habían lastimado el corazón para que guardara tanto odio, rencor y tristeza dentro de sí?
Miraba una fotografía de cuando era bebé, sonriéndose a la cámara, cuando algo me hizo cosquillas en la espalda. Volteé la cabeza solo un poco para ver, y cuando me encontré con un Andrew que me hizo: ¡Bu! Pegué un salto por el susto y estuve por romper el retrato al dejarlo caer de mis manos. Lo atrapó al vuelo, alejándolo de mí.
—Por poco y me trago la lengua—puse una mano en mi pecho para calmar los latidos acelerados.
Por obvias razones odiaba que intentaran asustarme.
—No era mi intención—dejó el retrato en el estante
—Y perdón por casi tirarlo al suelo—negó.
—No pasa nada. Gracias a Dios tuve buenos reflejos y lo atrapé.
Apoyé mi espalda en el librero, sin dejar de verlo a él.
Era dolorosamente hermoso.
— ¿Ya se han ido todos?
Apartó algo de mi mejilla con los dedos. Como si quizás tuviese una pestaña.
—Así es. Los últimos fueron Adrian y Salomé que ayudaban a ordenar algunas cosas. Querían despedirse de ti, pero al ver que no estabas en ninguna parte, se marcharon.
Chasqueé la lengua.
—Le ayudaba a tu hermana con Daisy. Se había quedado dormida en mí, y la llevamos al cuarto a dormir. Después yo vine a descansar. Estos tacones me están matando.
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SUITE 405 (COMPLETA)
Romance¿A qué estarías dispuesta por salvar tu vida? ¿Perderte lejos donde nadie te conozca? ¿Pagar el precio que sea? O ir contra la ley, fiándote de un coyote que te ayude a cruzar la frontera de México a Estados Unidos, sabiendo como podrías acabar de s...