CAPÍTULO 64:

258 31 1
                                    

Mi corazón martilleó en el pecho y hasta en mi garganta, cuando abrí una rendija de la puerta del baño. Todo estaba en silencio. Pero no un silencio tranquilo. Y si algo me había enseñado ver tantas películas de terror o suspenso con Flor cuando Adolfo no era mierda, ese silencio solo auguraba algo peor, que me haría gritar de miedo.

—¿Otto? ¿Yhenger?

Un olor nauseabundo como a algo picante me llegó a la nariz. Y afuera empezaron a sonar unas sirenas. Cubrí a Noah contra mi pecho para que no respirara el humo. Tenía que salir. ¿Y Andrew? ¿Él estaría bien?

Lo llamé, pero no dio tono siquiera.

Uno de mis escoltas entró, cubriéndose con un pañuelo.

—Otto—negó.

—No debe salir, señora. Hay un atentado en el centro comercial. Han tirado bombas lacrimógenas. Hay gente armada en los pisos inferiores.

—¡Andrew! Tengo que ir donde Andrew.

Si era Adolfo el causante de esto, como me lo decía mi corazonada, Andrew corría peligro.

Ambos escoltas me detuvieron. Tenían las armas desenfundadas

—No puede hacerlo. Es peligroso—Otto miró a Yhenger—¿los demás escoltas?

—No responden.

Se miraron bastante asustados. Por lo que vi que lo que sucedía no era nada bueno.

La mujer de la limpieza de hace un momento, entró corriendo, también llena de espanto.

—Hay hombres armados y encapuchados afuera—gritó—vienen hacia aquí.

—¡Tiene que quedarse, señora! Y no salgan.

Me negué, pero ellos no me dejaron salir.

—Quédense las dos—la mujer comenzó a llorar—y sin hacer ruido.

—¡¡Otto!! ¡¡OTTOOOO!!—Aporreé la puerta de los baños cuando la cerraron.

No quisieron abrirme.

Noah, tanto como la mujer, comenzaron a llorar. Y yo luché por no perder la calma.

Todo estaría bien.

Andrew no estaba en peligro, mis escoltas vigilarían.

Atraparían a mi ex marido, si es que de verdad era él, y por la noche esto sería solo un mal sueño.

Me apoyé en el mesón, tratando de respirar hondo. Calmando también a Noah.

—Qué vamos a hacer—susurró la mujer.

Vi que era mayor y morena, con algunos rasgos de mujer nativa. Sus cabellos en una moña y dentro de una red. Se friccionaba los dedos, en busca de tranquilidad.

—Esperar—suspiré—ellos son mis guardaespaldas. Se encargarán de cuidarnos. La policía ya debe venir en camino y podremos salir.

—Eso sería bueno. No puedo morir—me miró angustiada—tengo una niña de diez años que me necesita.

—No pasará nada. Saldremos de esta, se lo prometo.

Escuché ruidos en el exterior, pero nada de más tiroteos o bombas. Ya todo debía haber acabado. Me asomé por una rendija que tenía la puerta, queriendo saber qué sucedía. Noah se había vuelto a calmar, y ya se quedaba dormido contra mi. Sentí mi móvil timbrando en el bolsillo de la pañalera de Noah, donde lo había vuelto a meter, despues de intentar llamar a Andrew, y cuando me di la vuelta para ir a contestar, creyendo que quizás era él y estaba preocupado por mi, algo me golpeó en la cabeza muy fuerte.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora