CAPITULO 22:

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—Tu... Nina, ¿de dónde lo averiguaste? Sea cual sea la fuente, no es cierto. Lo que te hayan dicho no es verdad.

—Nadie me lo dijo, Moni. Las cartas lo muestran. No eres de Estados Unidos.

Miré a Kany en busca de respuestas, y ella solo alzó los hombros.

—Mi hermana y sus guías nunca mienten. Huiste de Adolfo y llegaste aquí a Los Ángeles. A Estados Unidos. ¿Cómo pasó?

Me costó respirar. Y sentí que las paredes se cernían sobre mí. Nina solo tomó una de mis manos.

—Nadie lo sabrá. Puedes confiar en nosotras.

Negué.

¿Cómo confiar después de todo lo que había ocurrido en el pasado? A duras penas confiaba en la familia de Flor. ¿Quién me aseguraba que al saber las dos que yo estaba aquí de ilegal, no hablarían con Andrew o Leslie? ¿O que no irían directamente a la policía a denunciarme?

Ambas hermanas se miraron.

—Mira, Moni. Podemos averiguarlo en las cartas aunque no nos digas nada.

—Pero nos gustaría que confiaras en nosotras—terminó Kany.

No contesté. Nina siguió.

—Moni, esto es reservado. Lo que se diga en la sesión, entre nosotras se queda. No tengo permiso de divulgarlo, al menos que tú me autorices. Y aun así con tu autorización, preferiría que fueras tu quien dijera todo.

Exhalé con mucha lentitud y tomé la decisión de hablar. Tarde que temprano, con o sin mi ayuda, ellas obtendrían las respuestas. Estaba contra la espada y la pared.

—Entré de ilegal—susurré—como Adolfo me perseguía para matarme y me buscaría hasta en el último rincón de México de ser necesario, crucé la frontera por el hueco y llegué aquí a Los Ángeles por mi cuenta.

Las lágrimas acudieron a mis ojos, y sin una pausa más, les conté todo. La promesa hacia mamá, mi relación con Adolfo y lo que había ocurrido esos últimos días en México, antes de que Flor y su familia me ayudaran a embarcarme en la peligrosa aventura de cruzar como inmigrante a los Estados Unidos. No dijeron nada mientras yo hablaba. Y cuando terminé el relato, Kany simplemente me pasó una caja de pañuelos.

—Gracias—miré a Nina—por confiar en nosotras. No es fácil todo lo que viviste. Pero ahora estás aquí, a salvo, y guardaremos tu secreto. Nadie lo sabrá—ella miró a su hermana y después sonrió en una mueca—esta historia me aclara muchas cosas.

Ladeé la cabeza.

— ¿De qué hablas?

—Habían lagunas en mí, en la lectura. Las cartas mencionan que tendrás un problema arduo con la ley. Al final saldrá bien, pero no dejas de estar por ahora en riesgo. No sabía a qué hacía referencia. Hasta que hablaste de que estabas de ilegal aquí—solo asentí.

¿Qué más podía decir al respecto, si yo ni sabía qué hacer con mi situación legal? ¿Cómo conseguir la visa?

— ¿Podemos seguir y acabar con esto? Quiero irme a mi cuarto.

No deseaba pensar en el pasado, y en todo lo que quizás podía repercutir en mi futuro, por lo que acababa de confesar.

—Por supuesto—mi amiga volvió a las cartas.

Estudié los símbolos que sacaba en las cartas. La rueda, el sol y el juicio. Ella solo sonrió.

—Llegaste aquí en búsqueda de nuevos horizontes. Huyendo de ese pasado tormentoso. Y lo vas a conseguir. Aquí estás a salvo—otra carta y me miró—aquí se pone todo muy interesante. Es... como si desbloquearas otro nivel.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora