CAPITULO 37:

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YA QUE VARIAS ME PIDIERON QUE NO LAS DEJARA COMIENDO UÑA HASTA EL PRÓXIMO FIN DE SEMANA, AQUÍ LES TRAIGO UN DETALLITO. OTRO CAPITULO. Y YA SI NOS VEREMOS EL SIGUIENTE FINDE

A DISFRUTAAAAAR

MONI EN MULTIMEDIA

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Di otra vuelta por el cuarto, friccionando mis dedos hasta hacerlos tronar. Pero eso no mejoraba nada. Mi estómago no hacía más que girar y girar del pánico. Porque Adolfo finalmente me hubiese hallado. Y no solo eso. Ahora tambien del miedo de que Andrew estaría allá afuera arriesgándose. ¿Qué pasaría si le hacía algo a él? ¿Si por mi culpa Andrew resultaba herido? Eso jamás podría perdonármelo. El, todo lo que me había ayudado, como se apiadó de mí y me cuidó cuando nadie más lo hizo. Y que no le importó todo lo que fuera alguna vez. Me había querido así sin más. Solo eso faltaría... traer problemas y más problemas a su vida.

Nina me miró, sentada en el mueble que daba a la puerta, y cuando empecé a dar otra vuelta por el piso, suspiró.

—Moni, cariño. Andar y andar por el cuarto hasta abrirle un hoyo, no cambiará nada. Tranquilízate un poco.

—No puedo evitarlo, Nina. Me preocupa mucho todo lo que está pasando.

Pasé una mano por mis cabellos.

—Sé que es así, reina. Pero con tantas vueltas te cansarás inoficiosamente. Por no decir que ya me tienes mareada a mí.

Tomé asiento en la cama para no fastidiarla.

—Tengo miedo de volver a caer en las garras de Adolfo. Me da el horror más grande imaginar que me lleve con el de regreso a México, o que me haga daño para después matarme.

—Eso no pasará. Ten fe. Todo irá bien. Aquí encerrada estás a salvo. Y ya Andrew con la pol... con algunos empleados, lo buscan por el hotel.

— ¡¿La policía?! ¿Están aquí?—me levanté de golpe, angustiada.

—No. Con empleados del hotel, el jefe lo está buscando.

—Pero empezaste a decir la «pol...» De policía—se levantó acercándose a mí, e instándome a volverme a sentar.

—No iba a decir eso, ignórame. La policía no vendrá. Aunque deberían. Ellos tienen armas para detenerlo y arrestarlo.

—Y hacer lo mismo conmigo—miré al suelo, mientras me pasaba un brazo por los hombros—este último tiempo he estado de nuevo en una zozobra. Y ahora me respira la muerte y la cárcel en el cuello.

Me estudió con detenimiento un segundo, antes de suspirar.

—No es por nada, nena. Pero nos habríamos ahorrado esos problemillas si desde el comienzo le hubieses pedido ayuda. Andrew no es mal hombre. Ya te lo dije.

—No lo es. Soy yo la mala que le oculta las cosas. Y cuando sepa que le mentí, se pondrá furioso.

—Pero no te hará daño. Confía en él y dile lo que ocurre. Tambien está en ascuas porque le importas, ve por lo que estás pasando y se siente atado de pies y manos cuando no le sueltas información.

Ella me abrazó y miró a la puerta, antes de volver a centrarse en nuestra conversación.

—Todo irá para bien. Te lo prometo. Por ahora esperemos aquí.

No volví a responder. Cuando me hallaba en esas encrucijadas de lo que era correcto y lo que le daba miedo admitir a mi corazón, no encontraba que decir. Solo me sentía atrapada, y más y más ahogada. Como si estuviese en un vaso completamente lleno.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora