CAPÍTULO 63:

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DÍA DE ACTUALIZACIÓN!!!!!

MONI EN MULTIMEDIA

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Aire.

Necesitaba aire.

No podía respirar y solo veía sombras. Mi cuerpo pesado, y en el suelo frío y húmedo. ¿Dónde estaba? Retorcí mis manos en el piso de cemento, como si así pudiera hacer entrar el aire a mis pulmones. Pero todo en vano. Me estaba ahogando y los pulmones me ardían como brasas calientes. Giré la cabeza, y diagonal a mi, de forma borrosa, donde solo daba la luz, había un ventilador de hélice colgando del techo. Daba vueltas y vueltas. Pero aun así todo el ambiente era sofocante y el poco aire qué podía inhalar, estaba viciado.

Gruñí por aire, sintiendo el terror en las venas.

¡¡¿DONDE ESTABA, CARAJO?!!

Tosí, y al retorcerme y volver a mirar al frente, queriendo saber qué era lo que me inmovilizaba y me impedía respirar; una bola de espanto, como del tamaño de una pelota de boliche, impactó dentro de mi estómago. Adolfo estaba encima de mi. Un arma en la mano y la otra sujetándome el cuello contra el suelo, para qué no respirara. Los ojos negrísimos, llenos de odio. Y en lugar de dientes, parecían los colmillos de una bestia. Todo mi cuerpo se paralizó, cuando mi mente procesó de verdad donde me encontraba.

El bodegón trasero de nuestra anterior casa en Tijuana. Donde él almacenaba el licor de su bar.

¿Pero porque estaba yo aquí?

¿Y Andrew y Noah?

¿Me habían secuestrado dormida?

¿O esto era un sueño?

—¿Creíste que te librarías de mí? Ni muerta lo harás, Mónica. Vas a morir—me puse a temblar—y disfrutaré cada segundo de verte desangrada.

La falta de aire me nubló la vista. Empecé a verlo borroso.

—No... no...

Balbuceé, casi inconsciente.

El rió, y el sonido de esas carcajadas, sonaron estridentes en mi cabeza. Me aturdieron.

—Jamás te librarás de mí—gritó, apuntando en la cabeza con la pistola, y disparando.

Un alarido de horror salió de mi garganta, y al segundo siguiente ya estaba sentada y en medio de la oscuridad.


Luché por desembarazarme de las mantas, y cuando mis ojos se adaptaron a la ausencia de luz, vi que estaba en otro lugar.

Sola.

—¡Monita!

Las luces se encendieron, y Andrew entró al cuarto, con Noah en brazos, totalmente despierto.

Estaba en Nueva York. No Tijuana.

Andrew dejó con cuidado al pequeño recostado en las almohadas y se acercó a mi.

—Mónica, ¿Qué pasa?

Luché por respirar, ya no hallando mano en mi tráquea que lo impidiera. Era Andrew mi esposo el que estaba conmigo. No Adolfo.

Había sido una pesadilla.

Me cubrí el rostro cuando él se sentó a mi lado, rodeándome entre sus brazos. Me tembló todo el cuerpo.

Una maldita pesadilla. Adolfo no me había encontrado aún.

—Aquí estoy, tranquila—me recostó contra su pecho, besándome los cabellos—solo fue un mal sueño—comencé a llorar, aliviada de que no fuera real, y al mismo tiempo, temerosa de que también me despertara de esto y de verdad mi ex marido me hubiese encontrado—ya, cariño. Estás conmigo. Estás a salvo.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora