CAPITULO 53:

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Fue como si estuviesen sin frenos los dos. Hambriento de ella, la encerró en la cárcel de sus brazos, apoyándola en el muro del baño, cuidando no golpearle la cabeza. El teléfono ahora apagado. Como un idiota no la había tocado, por temor a que ella no quisiera. Y antes estaba desecha de deseo por él. Lo comprobó al pasar sus manos por cada curva de su precioso cuerpo, y ella suspiró en su oído. Los ojos brillantes por el deseo.

—Así que era eso lo que pasaba—le acarició el labio inferior con el pulgar—estaba dejando con ganas a mi pequeña pervertida, otra vez.

La apretó de las nalgas con la otra mano.

—No me tocabas. Siempre nos interrumpían y me estaba muriendo por ti. Ya te lo dije—no lo miró—pensé que no deseabas tocarme.

—No hay nada más lejos de la realidad, cariño mío—sintió su propio corazón acelerado.

La deseaba hasta la agonía.

Volvió a besarla. Sus labios tan maleables. Tan dulces. Ella gimió cuando él le tiró de los cabellos hacia atrás, para besarla más profundo. Su erección empujándola entre las piernas.

—Debe haber algo raro en mi—la escuchó susurrar mientras él aspiraba su perfume en el cuello y la llenaba de besos—porque cuando me tocas me vuelvo fuego. Me pones tan húmeda entre las piernas—la vio sonrojarse—y desearía...

Se estremeció.

— ¿Qué? Dímelo.

Se detuvo, solo contemplándola. Era hermosísima. Y verla jadeante, con sus pezones erectos en la tela del vestido ceñido, y la mirada cargada de lujuria, la hacía ver el doble. Sexy. Quería devorarla toda, de la cabeza a los pies. Cubrir toda su piel de caricias y besos. Oírla gritar su nombre al llegar al orgasmo.

—Quisiera todo contigo. Que me hagas el amor. Sentir tu boca entre mis piernas. Eso me pone a mil solo de imaginarlo. Quiero que me penetres.

— ¿Toda la noche?—ella solo pudo asentir— ¿en cada parte del cuarto?

—Donde tú quieras.

—Bueno. Pero tendrá que ser con dos condiciones.

Tomó sus manos.

—La primera es que saldremos del cuarto de baño—tiró de ella como si llevase a una niña que aprendía a caminar—porque no estoy de acuerdo en que el primer lugar sea este.

Le pareció que flotaba cuando la oyó reír. Su sonido favorito en todo el mundo.

— ¿Y cuál es la segunda?—se detuvieron cerca de la cama.

—Que si te mueres porque te haga el amor, me dirás todo lo que quieres—parpadeó confusa—no te tocaré hasta que me digas lo que quieres y cómo lo quieres.

—Te quiero a ti. Eso es todo—el negó.

—Eso lo sé. Pero tienes que ser más explícita.

Que lo hiciera le ayudaría a estar más tranquila. Porque la sentía un poquito nerviosa.

—Yo... quiero que me beses los labios.

— ¿Cuál de los dos? ¿Los de arriba o los de abajo?—le tomó el pelo.

— ¡Andrew!—se encogió cuando ella le dio un golpe en el brazo y la cabeza.

Su piel preciosa con el rubor. Se imaginó cómo se vería ese hermoso culo del mismo color, después de azotarla.

—Te dije que fueras explícita.

— ¡La boca! Quiero que me beses.

Eso sí fue más preciso.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora