CAPITULO 18:

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HOY LES DEJO ESTE PEQUEÑO DETALLE, YA QUE MUCHAS ME LO HAN PEDIDO. NOS VEMOS EL VIERNES O SÁBADO CON MÁS. LAS QUIERO. FELICES VACACIONES A MI :P JAJAJAJA

MONI Y ANDREW EN MULTIMEDIA

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Tiempo después...

Los días y casi semanas en Los Ángeles, pasaron. Y nunca me sentí tan agradecida con Dios por mi nueva vida y libertad. Como ordenó el señor Andrew, fui trasladada a la suite 404. Y que palacio en miniatura. Fresco de día y calentito de noche. La cama parecía hecha en nubes, de lo suave y cómoda que era. Tanto, que con solo poner la cabeza en la almohada, quedaba profundamente dormida. El agua tambien era calientita, y dentro del baño había infinidad de batas de felpa para después de la ducha.

¡Esto era un completo sueño!

Por otro lado, como el cuarto tenía cocineta, pude hacerme con varias cosas de la tienda cercana, y prepararme mi propia comida (siempre y cuando no fuera cerca al trabajo, sino una vez terminado turno) Me había hecho con paquetes de tostadas integrales, tortillas e incluso salsas picantes que usaba en el pasado en México. La leche de almendras que tanto me gustaba para la digestión. Y uno que otro dulce para los días libres. La suite se había convertido en mi pequeño apartamento acogedor. Algo parecido a mi antiguo hogar.

No veía la hora de que fuera por la noche, para encerrarme en mi cueva y ser yo. La auténtica Mónica, de la que solo Flor unas cuantas veces tuvo conocimiento.

Nadie más.

Solo algo se había perdido en todo este mar de buena fortuna que me rodeaba. Y era que desde que me estaba hospedando en la suite, Leslie estaba de muchísimo más mal humor conmigo. Hosca, prácticamente rayando en el odio. Y el señor tampoco me hablaba sino lo básico. ¿O era por el hecho de que yo lo eludía y no quería perder el tiempo conmigo? A leguas se notaba la atracción que existía entre ambos. Las miradas que intercambiábamos si nos encontrábamos por el hotel, o incluso como se buscaban ellas en el momento del almuerzo, al pasar por el buffet, no les habían pasado desapercibidas a mis amigas, obteniendo de ello, interrogatorios larguísimos donde esperaban sonsacarme información y saber si era verdad lo que sentíamos los dos. Pero ahí no habría nunca nada. Después de la única y mala relación que había tenido con Adolfo, estaba curada del amor. Mi corazón podía anhelar muy en el fondo la verdadera historia de amor. Pero mi cabeza no estaba para lidiar con ello. Y mis traumas emocionales menos. Era mejor mantener distancia, antes que salir lastimada por segunda vez.

Con mi otra amiga tambien hablaba de vez en cuando. Casi que diario, aunque solo fuese cinco minutos. Kany me prestaba su móvil y yo la llamaba para saber que tal iba todo por allá. De Adolfo no se había sabido nada. Ni el más mínimo detalle. Aunque no sabía si era porque desistió de perseguirme y a la familia de Flor conmigo. O era porque como ellos se mantenían aun en casa de los abuelos, no tenían noticias al respecto.

Ahora estaba frente al espejo. Noche de sábado. Terminando de desmaquillarme. Había salido a comer con las chicas, y sintiéndome un poco linda me había puesto maquillaje en ojos y labios. Y ya, cansada, era mejor remover toda la pintura antes de irme a la cama. No fuera que se me hicieran arrugas antes de los treinta y cinco. Eran las once y media. Pero no tenía ni pizca de sueño. ¿Sería muy tarde para ver alguna serie o película en Netflix? Algo me decía que ese inmenso televisor de cuarenta y dos pulgadas con que contaba la suite, tendría programas de series y películas. Si no es que se despertaban otros huéspedes con el ruido. Lo que creía improbable, si los únicos que estábamos en el piso cuarenta éramos el jefe y yo, y el señor Andrew tampoco estaba en el edificio, quizás saliendo con amigos.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora