CAPITULO 40:

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DECIDÍ HACERLES ESTE REGALO. COMO LA SEMANA SIGUIENTE SE ME VA A HACER IMPOSIBLE SUBIRLES LOS DOS CAPÍTULOS, PORQUE NO ESTARÉ EN CASA Y NO HABRÁ COBERTURA, LES DARÉ DOS CAPÍTULOS HOY, Y DOS MAÑANA. ASÍ LA SEMANA SIGUIENTE NO LES DEBERÉ NINGUNO NI LAS DEJARÉ EN VILO. ENTONCES DISFRUTEN DE ESTOS DOS Y MAÑANA LA CONTINUACIÓN.

MONI Y ANDREW EN MULTIMEDIA

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Sintió sus latidos acelerados en el pecho, cuando lo tocó, al verla tan pálida. Las respiraciones erráticas en su pecho. Le temblaban las piernas y las manos. Aferró fuerte su cuerpo para no dejarla caer. El móvil timbraba en el suelo.

— ¿Mónica?—ella le clavó las uñas en el brazo, aferrada a él.

—Lo tiene... consiguió mi teléfono. Andrew... va a encontrarme—susurró, y el solo se inclinó para tomar el celular y leer el mensaje que aparecía en pantalla.

Era de Adolfo. Una amenaza.

Ella consiguió enderezarse y se liberó, andando por la cocina, con poca firmeza en sus pasos. Las manos en la cabeza.

— ¿Cómo te escribió?

Bloqueó al remitente.

—Le dieron mi número. Kany lo hizo—sus pasos se volvieron más frenéticos.

Estaba empezándole una crisis. Lo sabía en su respiración, el estrés, temblor en manos y pies.

— ¿Y si me rastrea? ¿Y si con eso me encuentra?

—Cariño...

Trató de decirle algo para tranquilizarla. ¿Pero que podía decir cuando ella estaba tan fuera de sí?

— ¡¡Va a matarme!!—gritó, comenzando a llorar.

—Mónica...—metió el teléfono en su bolsillo y se le acercó.

—No... no voy a poder ser libre... seguiré atada a que me haga daño—retuvo sus manos de las muñecas para que no fuera a intentar hacerse daño a si misma ante la crisis de pánico, pero ella se sacudió—entrará en el penthouse. Te va a matar a ti tambien. No podré hacer nada... y mi cuello...

La atrajo contra su pecho, y vio como ante sus ojos se le desmoronaba. La retuvo para que no se desplomara contra el suelo, y terminó arrodillado con ella, apresándola fuerte, mientras ella gritaba y lloraba de espanto y dolor. Su cuerpo temblando como si tuviese hipotermia. El corazón se le hizo añicos. Fue como si una daga se le clavara en el alma, por solo verla sufrir así, doblada contra él.

—Aquí estoy...—las lágrimas escapando tambien de sus ojos—no te me rompas, mi amor. Aquí estoy—le peinó los cabellos.

Y decidido a que ella no quedara muerta en vida por el shock de esa noticia, se convirtió en su fuerza. Ahí mientras la acunaba contra él, trató de inundarla de fortaleza y de todo el amor que le podía dar. Fue su lucecita en la oscuridad que la rodeaba. Y su calma en la tormenta.

—Aquí estoy—volvió a repetir—no estás sola. No podrá tocarte ni un cabello. Yo voy a cuidarte.

—Él va a encontrarme—susurró—va a hallarme y me matará—lo miró con esos preciosos ojos marrones arrasados de lágrimas—nunca podré liberarme de él.

—Si lo harás—juntó su frente con la de ella—y no va a rastrearte. Te lo prometo. Vamos a cambiar tu número y yo seré el único que lo tenga hasta que pase todo. Nos quedaremos aquí escondidos. Y vamos a presionar más a la policía. Tienes que denunciarlo.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora