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Tronaba sus dedos frente al lavado y evitaba toparse con su propio reflejo

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Tronaba sus dedos frente al lavado y evitaba toparse con su propio reflejo. Lo que menos necesitaba era prestar atención a puntos exactos de su cuerpo y sus prendas para compararse con los otros estudiantes. Las cuestiones absurdas no debían ocupar sitio en su cabeza.

Mejor intentó recordar las preguntas y sus respuestas solo para asegurar que iba bien. Sin embargo, por más que procuro entrar a su memoria fotográfica, la imagen se cambiaba a ella misma sintiéndose observada.

La alertaron los pasos del exterior que avisaban que alguien se acercaba. Su corazón bombeó con intensidad pero, medio se calmó al ver entrar a una alumna que ni siquiera la miró. Suspiró sintiendo alivio, por un instante tuvo la creencia de que por la puerta cruzaría quien la siguió.

Ocupó un espacio en una de los baños y permaneció ahí, escondida. Iba a parecer rara si solo se mantenía de pie, como estatua y observaba a todas las chicas entrar y salir.

Con la suerte de su lado, hasta ahí dentro, logró escuchar cuando el tiempo libre llegó a su fin. Puesto que no contaba con un reloj que le indicará la hora ni los minutos transcurridos que dieron para el breve descanso.

Regresó con calma, le fue de ayuda para estar más confiada de sus respuestas. Luego de un rato, la inquietó que su profesora abandonara el aula mientras atendía una llamada. Faina la siguió con la mirada hasta que cerró la puerta. Pensó que solo era una llamada personal, y ella estaba de entrometida.

Sin embargo, la noto diferente después de ingresar al aula. Se mantenía con la cabeza gacha y la mirada vagando. También se percató de cuando conversó con una profesora, de la cual Faina no recordaba el nombre ni el instituto al que representaba, y unos minutos después esa misma se acercó a preguntarle si le faltaba mucho por acabar su prueba.

Esa era, en definitiva, una señal.

Al ser la única en preguntárselo, apresuró su lectura para acabar el cuestionario. Tuvo el presentimiento de que necesitaba acabarlo ya.

Llamarón a su hombro con un toque, se irritó por la interrupción pero aun así hizo caso; una estudiante de la siguiente fila le extendió un papel doblado. Lo tomó sin preguntar nada. Tampoco lo abrió.

Al entregar su prueba no duró más de un minuto dentro de esa aula. 

 

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Días nubladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora