La habitación se inundó de su fragancia con olor a fresa y del vino derramado en las sabanas. Las luces se encuentran suaves y poco luminosas, dejando casi en oscuridad total el cuarto. Siendo media noche, no hay luz que cruce por la ventana desde el piso número doce aún con las cortinas abiertas.
El cabello oscuro de Alena estaba sujeto a una garra de pelo, evitando que se pegará a su piel a causa del sudor y lo que nos permitía mayor movimiento sin estorbos.
Todo era más fácil, mucho mejor.
—La inauguración será este jueves, ¿quieres ir como mi acompañante? —mis labios rozan sus hombros desnudos.
—Nadir ya me invitó, pero puedo hacerte compañía —mueve su cabeza, dándome abertura por su cuello.
Inhalé, aspirando con placer su dulce aroma.
—Gracias por apiadarte de mi solitaria vida —un camino de besos sube hasta llegar a sus labios como agradecimiento.
Shhh, no digan nada.
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Días nublados
Short StoryHay momentos en la vida que nunca entenderemos por qué nos ocurren, como: ¿por qué perdí mi suéter favorito? ¿por qué se cayó mi comida al suelo? ¿por qué el semáforo tardó tanto en cambiar? ¿por qué el chofer del autobús no me esperó si estaba apre...