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—Para este concurso, nos van a representar Hanna y Ramsés —el aula se inundó de aplausos ante el anuncio

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—Para este concurso, nos van a representar Hanna y Ramsés —el aula se inundó de aplausos ante el anuncio.

Las palmadas de Deo se unieron un segundo más tarde, al soltar el lápiz.

—¿Sigues vetado desde el concurso de mate? —preguntó su amigo y compañero de clase, Zaid.

Contempló un momento al chico de enfrente, finalmente asintió con pena.

—No comprendo cómo intentaste hacer trampa, no es algo que vaya contigo.

Agachó la mirada, daba la apariencia de sentirse avergonzado de sus actos.

Esperaba un día confesarle la verdad detrás de aquel acto. Confiaba en su amigo, sin embargo, la información inoportuna siempre llegaba hasta sus padres de una u otra forma y mejor evitaba ese descuido. Ya llegaría un momento en el que lo confesaría, en ese entonces era un rotundo silencio y solo siguió fingiendo pena.

Si les hubiera confesado a sus padres la razón por la que lo hizo, acusarían a la persona a la que le envío la nota de no ser sana para la vida del adolescente y los separarían.

Y Deo no quería separarse de Faina.

Le era extraño el cambio en su vida, Faina le importaba mucho como para decidir que lo mejor era mentir a sus padres.

El recuerdo seguía muy presente.

Entre la multitud aprecio a sus progenitores acercarse, sus expresiones le avisaron con antelación que algo iba mal.

—Deo, tenemos que hablar —dijo su padre cerca de su oído, la mano que tenía en posó en el hombro de su hijo hizo un poco de presión. Deo estaba tan acostumbrado, que no expuso ningún gesto de irritación o sorpresa.

Siguió a sus padres pero su cabeza estaba girada, observando a su compañero subir al estrado para recibir un reconocimiento de primer lugar.

En ningún momento el auditorio aclamó con aplausos el nombre de Deo.

Antes de cruzar las puertas, miro a los lados buscando a Faina pero ella nunca llegó.

Doblaron por un pasillo distinto al del estacionamiento, lo que confundió a Deo, así que les preguntó a sus padres de hacía donde se dirigían.

—Con la directora, nos ha llamado urgentemente.

Estaba extrañado por lo sucedido, en ningún momento se visualizó culpable de nada.

—Deo, en tu examen se ha encontrado que arrancaste un pedazo de papel.

Frente a él expuso el cuadernillo con su nombre y lo abrió en la última hoja en blanco. Le faltaba un trozo mal recortado para estar completa.

Miró a sus padres, tragó saliva y volvió la vista a la directora.

—Estaba estipulado que no podía hacerse mal uso del cuadernillo, fue muy claro que no debían cortarse las hojas. Una de las maestras de otras instituciones lo reportó al revisarlo, eso nos da mala imagen y generaliza que todos nuestros estudiantes hacen trampa —explicó la directora, continuó hablando ante el silencio de la familia—. De alguien como tú, nunca lo esperaríamos. Por eso creemos que no has intentado hacer trampa —le dio el beneficio de la duda.

—Sí, he sido yo —confesó.

La mujer espero que se excusara, él no lo hizo.

—Hubieras obtenido tercer lugar, junto a una alumna de escuela pública, de no haber hecho esto.

—Lamentamos el importuno, nos haremos cargo —dijo el padre.

—Deo no podrá volver a participar en competencias, haremos como que nunca participaste si llevas a cabo un proyecto del que no hemos querido hacernos cargo... pero es importante.

—Sí, lo hará. ¿De qué se trata?

—Un equipo de basquetbol, nivel secundaria.

No había otra alternativa que asentir.

—¿Alguna vez has jugado basquetbol, Deo?

El adolescente lo veía con los brazos cruzados sobre el estómago, serio. El instructor, que contrataron sus padres para que le enseñaran todo lo que debía saber, suspiro ante el silencio de su cliente.

—Parece que la idea no te agrada mucho —intentó de nuevo hacerlo hablar.

—No tengo otra opción.

Contempló al hombre rebotar la pelota y pensó en lo difícil que le sería aprender.

—Pues entonces saca un provecho de esto, piensa en algo para que te motive cuando menos. No puedes entrenar a un grupo de cabezas huecas con esa cara, te van a arruinar la paciencia. Necesitas carácter.

—¿Me van a arruinar el día como yo a ti? —preguntó.

Ignacio calculó el tiro y encestó el balón en la canasta.

—Al menos a mi me pagan, esa es mi motivación. Tu decides si me exprimes, al menos lo que yo te permita o desaprovechas el dinero de tus padres y haces perder a la institución. Que no creo que le haga gracia a la directora.

—Dale, enséñame algo, luego defino esa motivación —dijo dejando caer los brazos a los costados y los meneo para activarse de energía.  

Ya necesitábamos saber un poco más de Deo  su historia detrás del equipo del equipo

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Ya necesitábamos saber un poco más de Deo  su historia detrás del equipo del equipo... 

Tanto drama y Faina ni siquiera leyó la arriesgada nota que Deo le envío. 😮

Días nubladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora