Dicen que si vas en búsqueda de la persona correcta, con la cuál puedas tener una relación de cuento, no la vas a encontrar en un antro. Por x o por y, los lugares nocturnos no son el lugar adecuado, claramente. ¿Cómo podrían serlo? Allí solo se presentan humanos desenfrenados por saciar la sed toda la noche, hasta que el sol les dañe la vista. Allí dentro no hay corazones disponibles buscando ser compatible con otro. Para eso existen las citas en los comercios de café.
Y por eso, la noche en que Alena me aceptó el trago, no me importó la ocasión de la que disfrutábamos. El romanticismo estaba de viaje para ambos.
Las luces parpadeaban, otras iban y venían, la música sonaba escandalosamente por cada rincón del lugar, el ambiente estaba impregnado de alcohol y era una noche de fin de semana.
Las botellas de alcohol eran mi objetivo y esa noche se sumaron sus labios, pero no quería de ellos palabras. Solo quería pasar exquisitamente el momento. Y eso hice.
—Traten bien a mi amiga del alma o lo pagan caro —amenazó Nadir golpeando su pecho como gorila.
—Por favor, en media horas no sabrás ni dónde estarás parado y seré yo quien esté al pendiente de ti —reprochó con desdén su acompañante.
—Ella tiene la razón. Nosotros vamos a tener que cargarte a rastras porque tú solo no podrás estar de pie —concordé y después me dirigí a Alena por primera vez—. Pero fallas en el tiempo, le doy veinte minutos.
Ella me miró con una ceja alzada y cruzó los brazos, haciendo más voluptuoso su pechos.
—¿Me estás desafiando?
En una ojeada de milésimas de segundos vislumbre a Alena, su falda corta era llamativa al igual que su blusa descotada de color fucsia. Ignorar sus piernas cubiertas por una tela de su mismo tono de piel era condenarse a sí mismo.
En su voz y actitud se percibía una mujer mimada y muy arrogante, no diré que es como una princesa de modales delicados, pero sí daba la apariencia de esperar que todos la atendieran rápido.
Tampoco deja que pasen sobre su orgullo y dignidad. Sobre todo eso.
Yo encogí los hombros, fingiendo inocencia.
Capté pronto porqué es amiga de Nadir. Son la parte que le falta al otro para entrar en la definición de ridículamente ricos. Cuando mi amigo hace presencia en lugares como este club nocturno, actúa idéntico a un adolescente descontrolado que deshace lo que sea que le divierta y lo resuelve con el poder del dinero. Y me da la sensación de que ella es igual.
—¡Ouh! —exclamó Dax, fingiendo dolor, alimentando el fuego en la disputa—. Yo le doy veinticinco minutos.
—Tardaré diez, para que ninguno gane —dijo Nadir muy digno—. Y entonces te la dejo encargada a ti —me señaló directamente con su dedo índice y luego apuntó a su amiga.
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Días nublados
Short StoryHay momentos en la vida que nunca entenderemos por qué nos ocurren, como: ¿por qué perdí mi suéter favorito? ¿por qué se cayó mi comida al suelo? ¿por qué el semáforo tardó tanto en cambiar? ¿por qué el chofer del autobús no me esperó si estaba apre...