—Faina, cariño, ven... —la tomó de las manos y la dirigió al sillón de la cocina—. ¿Dónde está Lolita?
—Dormida.
—Te voy a contar algo, mereces saberlo, pero por favor no se lo cuentes a tu abuela. Hice muy mal la última vez, no debí contarle... pero se trataba de su hija, creí que querría saberlo y como es tu madre, creo que me corresponde contártelo a ti esta ocasión.
La mujer que la miro crecer desde la casa de enfrente la veía angustiada. Asintió y lo prometió, sin saber en que se metía.
—¿Qué fue lo que le contó la última vez? —preguntó al indagar en sus recuerdos y no encontrar nada que Dolores le hubiera comentado algo y fuera demasiado importante ni que mencionara a Cecilia.
—Entonces, ¿no lo sabes? —dijo confundida. Cuando la adolescente negó moviendo la cabeza a los lados se replanteo si debía decírselo, pero ya era muy tarde, ya había hablado mucho y no podía callarse en ese momento—. La razón por la que tu madre no va a volver es porque la policía la busca, estuvo robando en lugares importantes junto a unos hombres.
Faina jadeo y sus ojos se cristalizaron. Aunque Isabela nunca fue una mamá, Faina esperó que fuera una mejor persona.
—Creo que fue esa la razón por la que se sintió mal Lolita, perdón, de haberlo sabido no se lo hubiera dicho.
Faina apretó sus manos.
—Se hubiera enterado de todas maneras. O quizá ya lo sabía, por eso prefería que no estuviera en casa —dijo recordando las veces que miraban a Isabela cruzando la puerta de casa para perderse unas semanas allá afuera, Dolores a veces decía «Ojalá tarde más en volver» y una pequeña niña se preguntaba por qué decía aquello de su propia hija. No imaginaba cuánto dolor le causaba a la hija no tener a su madre en esos momentos de la infancia.
—Sucede ahora que —sopló antes de decirlo, dejando salir los nervios—, arrestaron a tu madre, la metieron a la cárcel y le dieron muchos años de condena, eso dicen las noticias.
La mirada de Faina se pierde, ¿qué pasaría con la abuela si se enteraba? era lo que se preguntaba.
Su madre solo estaba para causar problemas, uno tras otro.
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Días nublados
Short StoryHay momentos en la vida que nunca entenderemos por qué nos ocurren, como: ¿por qué perdí mi suéter favorito? ¿por qué se cayó mi comida al suelo? ¿por qué el semáforo tardó tanto en cambiar? ¿por qué el chofer del autobús no me esperó si estaba apre...